Oh! receloso destino que condenada sorpresa me envías.
yo, frustada manceba te reclamo mi infancia negada. Ruinoso nigromante, necio y ciego verdugo que espero gritando tu prohibido nombre. Que con tu ponsoñoso néctar te pierdes en la necrópolis. Donde tu devotas y infames amantes reclaman tus servicios.
No me culpes, pues yo solo soy una ninfa traicionada.