20 dic 2017

El ocaso de los amantes


Cuatro lunas pasaron desde la muerte de Silas, la corona espera su dueña como el esposo a su nueva esposa.
La joven luz, suspira con dolor. Quien porta la corona, se debe al imperio y nada más. Amante ingrata e hijo desvalido.
Rumbo a su coronación recuerda el verano y quien ato su mano a la de ella. Lejos de esa mano debía estar, pero ¿Quién puede borrar esos recuerdos?
Cierra los ojos, aún puede sentir sus dedos, el perfume de su pelo, sal y metal de las forjas, y la textura de su piel. ¿Cómo entraste en mí? ¿Por qué te deje avanzar? La emperatriz se pregunta, solo Cassia sabe cuánto evoca a su amado Alaistar, el infame conde de Belial.
Belial provincia rica en metal y pleitos, llena de hombres seguidores de Asteth dios del fuego y la ira. Torres negras con velos dorados y carmesí decoran la ciudad. Las forjas de Belial arden en las 3 estaciones, así como los deseos de su señor.
_Mi emperatriz_ Dijo Alaistar recibió su amada secreta, no veía la dorada corona o el poder de esa poderosa estrella. Solo tiene ojos para la mujer, toda ella generosa y perversa.
_Conde_ El tono imparcial era propio de una soberana, ella solo podía ver a un hombre que no podía sentarse a su lado.

El noble beso su mano con devoción, Elis sintió las llamas de Belial en su cuerpo, Maldito seas Asteth! Maldito sea tu hijo!