5 nov 2018

En la red de la araña



Los banquetes para la realeza y la corte son un castigo para las ciudades-estado del imperio. La emperatriz se encontraba sentada en la cabecera de la mesa principal, junto a ella estaba el Conde de Belial y su prometida. 
Los nobles caminan de un lado a otro buscando sus asientos. Las mesas más cercanas a la mesa imperial ya estaban llenas, solo quedaban las alejadas. El perfume de la carne asada y los jazmines trepadores hacen que los invitados olviden por un momento de la guerra inminente con el reino de Mantor.
El lujo del castillo Nothery es rudimentario en comparación con el palacio esmeralda. Los platos dorados son servidos, el vino especiado corría por las mesas donde la nobleza se deleita con los susurros habituales. La luz de las lámparas es cálida y daba un halo dorado sobre el salón. 
Satine observa desde el balcón. Su padre se encontraba negociando con otros nobles, suponía que buscaba esposo para alguna de sus hermanas. Ella es la cuarta hija, de las cinco pertenecientes a la casa noble Guillet-Soleil. Su cabello negro está atado en un sencillo peinado, tan sencillo como su vestido blanco. No tenía el “talento” para pertenecer a alguna orden de sacerdotisas, no era elocuente o bella. Pero estaba en la corte itinerante de la emperatriz, su padre es un marqués de gran fortuna y su hermana mayor es  novicia del culto a Cassia. La joven sentía pavor de dejar la corte, es lo único que tenía. Lo que la mantiene lejos de la finca familiar, lejos de las miradas de lástima y rencor de su madre y sus hermanas.

La música se volvió intensa, la emperatriz debía empezar el baile pero esta se mantenía en su silla como si fuera su trono de jade. El Conde se levantó y extendió su mano a ella como leal súbdito para comenzar el baile, la sacerdotisa al lado de esta tenía una expresión de pánico en su rostro. Intrigada Satine, bajo lentamente la escalera con toda la cautela que podía. Sentía el metal en su carne, la pierna mecánica de los maestros herreros tenía un elegante diseño pero distaba de ser cómoda.  

La emperatriz tomó lánguidamente la mano del anfitrión, y se dejó guiar hasta la pista. La mirada de Satine se mantenía en la sacerdotisa y en sus manos retorciéndose de manera extraña. “Cuando quieras saber algo de alguien poderoso, ve con su sacerdotisa personal” Recordó las palabras de su institutriz. 
Para Satine a diferencia de las otras muchachas, la corte era la oportunidad de ascender en su rango. El matrimonio no era la opción, no para ella. Su intuición y el ser invisible para la mayoría son sus armas para sobrevivir en la corte dorada. 

Varias parejas se unen al baile, desde lejos se podía ver la expresión de disgusto de La Luz del poder. La sacerdotisa se movía de un lado a otro, dando órdenes a las demás damas de compañía. Haciendo gala de su poder, la emperatriz soltó las manos de su anfitrión con evidente asco  y se dirigió hacia  su mesa dando por terminada la apertura del baile. En su camino se tropezó con la joven Satine, esta cayó al suelo de manera que su sencillo vestido se abrió revelando la pieza mecánica, que es su pierna derecha. Apenada por importunar el camino de la gran emperatriz, la joven noble pidió disculpas en un tono lastimero mientras trataba, en vano, de tapar su deformación. 

Elis suspiro cansada, ayudó a levantarse a la joven Soleil. Mostrándose como una emperatriz benevolente y caritativa que se suponía que es. Le prometió un lugar temporal en su séquito de damas y se marchó hasta su lugar en la mesa principal.

En un lugar apartado del salón principal, Satine leía la carta de la Marquesa Giska. Volvió a la mesa de su padre que se encontraba consternado por el comportamiento de su hija lisiada. Las palabras de reproche y asco de su padre le son lejanos, grandes caminos se abrían a su paso y ella iba a recorrerlos. 

25 sept 2018

Lo que crece en la sombra


Continuación de La mano en llamas

El palacio de la dinastía esmeralda se encontraba en un silencio inusual, la corte itinerante y la ausencia de la emperatriz hacen de la fortaleza, una tumba de piedra y acero. Zorzal, el nuevo mayordomo de palacio, caminaba con la marquesa Giska. La capital del imperio estaba en paz, pero no por mucho tiempo. Rumores de guerra y pueblos rebelados quiebran el clima de la populosa ciudad.
Las sacerdotisas de los velos verdes trabajan en las sombras para mantener su poder junto al del imperio. Los susurros entre los muros cambian, pero hay uno que no puede silenciarse. La amada reina madre, la llama del hogar se extinguió en el mal que azota a la dinastía por siglos. ¿Cuándo empezó ese despego con real? Se preguntaban, era peligroso dejar la capital del imperio en las manos de un demente, sobre todo si este tiene poder para quemarlo todo. Pero tantas generaciones de torcidos hacen que la corte perdone con facilidad, a sus monarcas o a las madres de estos.
La marquesa observaba el patio principal, una construcción de piedra ancestral, blanca por el tiempo. Ophelya bailaba alrededor de la fuente, lentamente como si la moviera el viento estival. Su cabello caía como una cascada salvaje, sus ojos se posaban en mundos más allá de la vista de la marquesa, que rogaba ser la única espectadora.
_Se lo dije_ Una voz ronca replicó con profundo cansancio. De las sombras, la delgada figura de la condesa Sabiha de Rafiq apareció, su vestido es rojo escarlata como correspondía a su rango, su rostro es indescifrable como los laberintos de Varikt. La reina madre cantaba a viva voz, “¿Seguirás amando cuando no sea joven y bella?”.  El solsticio de otoño está cerca. Las Susurrantes, aves pardas que migran por la llegada del invierno, vuelan de manera errática.
_Ama a su madre_ Contesto la joven marquesa, zanjando el asunto. Katerina de Moriah, más conocida como la marquesa Giska, es un miembro del consejo formado por la emperatriz al igual que Sabiha. Pero en su interior se debatía entre el deber y la verdad.
La condesa la observó  con desdén_Te creía más valiente, khather_Dijo con malicia. Khather es como se les llama a las jovencitas debutantes de la nobleza baja._En fin, llama al mensajero_ Ordeno ignorando la mirada furiosa de la marquesa.
Katerina cerró los puños tratando de controlarse, no podía contradecir a la prima de la soberana. Además tenía la fuerte sospecha que  Sabiha disfrutaba verla fuera de sus pasos.
Un grito desgarrador hizo que ambas mujeres vieran hacia el patio, la madre del imperio golpeaba el agua de la fuente, queriendo como destrozar el reflejo que le devolvía. La imagen era violenta y deprimente. Un remanente de los tiempos pasados. Los gritos y los insultos se volvieron más fuertes hasta que la sacerdotisa que acompañaba a Ophelya la durmió con su arte de curaciòn.

El mensajero ya había partido hacia Belial.

14 ago 2018

Cada verano reclama su invierno



Continuación de La cadena dorada

La multitud de nobles era molesta, pero era hora de la política, no podía negar sus peticiones. Trato de concentrarme en las palabras de mi consejero pero un par de ojos negros se cruzan en mi camino, como carbones, ardiendo sin piedad.
Entendía a mi padre cuando decía que solo debía tener corazón para el imperio, mis manos traicioneras quieren encontrarse con las de mi amado Conde. Madre Cassia dame fuerza! Roge. ¡Aun quiero su corazón junto al mío!
Moira, la sacerdotisa de Cassia que me acompañaba, se acercó discretamente.
_Alteza, tengo noticias de su madre_ Susurro con un dejo de pánico en la voz, estudié su rostro, era indescifrable, pero sus manos la delataban. Me pregunto quién consideró a esta novicia digna de ocupar el puesto de mi dama de compañía. Algo me decía que debía cuidarse de esa persona. La novicia me pasó discretamente una carta con el sello del imperio.
Sentía un vacío en mi interior, una helada ráfaga que convertía mi alma en tundra. Quería llorar y gritar hasta sacar la agonía que ardía en mi cuerpo.
_No, no lo mires._me ordenaba a si misma._No le dejes ninguna esperanza, mata de una vez su verano y aleja sus manos de las tuyas._
Lei brevemente la carta del nuevo mayordomo de palacio. La ironía de Eilish, madre de la fortuna y las desgracias. Sonreí con tristeza, después de tanto sacrificio mi madre caía en el mismo precipicio de la locura que Silas. El padre de Alaistar me pidió la aprobación de la unión de su primogénito y la hija del viejo Duque de Morthyth. Di mi beneplácito brevemente. Y sentí el invierno llegar a mi corazón.


2 ago 2018

La cadena dorada



Continuacion de El ocaso de los amantes

¿Cómo sonreír cuando su corazón la extraña? ¿Cómo se borra la calidez de la piel amada? Se pregunta el Conde de Belial. En su mente sabe las respuestas pero, se niega a olvidar esos días del verano.
Su padre le dirá que nada pueden dar sus manos a la emperatriz, nada digno de su rango. Ni un ejército, tierras y oro. Reyes de otras tierras serán los candidatos de compartir su mesa y cama. Cuando piensa en eso, Alaistar pierde la calma. Ella es su sangre, el fuego que lo mantiene vivo y su luz más preciada.
En sus sueños, ellos vivían en un castillo en las tormentosas islas Nixlin, ella era suya y de nadie más.  Pero el mundo tenía un imperio y ese imperio exigía un gobernante. En la corte itinerante, se decía que la emperatriz pronto se casaría. Una unión con el reino de Mantor para acallar la inminente guerra. Un fastuoso ritual de alianza con la ciudad-estado del sur con todo el oro que pudieran gastar.
Cuando la corte llegó a Belial, no pudo verla hasta la cena de bienvenida. Sus ojos verdes lo evitaban, simplemente se limitaban a vigilar a los nobles y sonreír con cortesía. Pero él era una sombra molesta en su camino. ¿Era el fin?
“Por qué no he de entender, si está todo dicho. No simules piedad tengo mis ojos encima de ti”. Decía una vieja balada de las tierras del sur. Su corazón estaba sangrando por su hielo, era irracional pero solo podía ver su dolor y el espacio que lo cortaba en pedazos.
Ni el vagabundo más miserable sentía la angustia del poderoso Conde. Vio a su padre hablando con el Duque de Morthyth, a su lado estaba una joven de rubios cabellos. La mirada de aprobación de la emperatriz, fue su condena.
En la mente de Alaistar solo había una pregunta, pero ya nada podía hacer. Su emperatriz había aprobado la unión de las casas Belial y Morthyth por matrimonio.

27 jun 2018

Camino a Taraman



Continuación de Tan frío como la plata

El Errante navegaba con rapidez por la zona sur del rio Orath.  Su capitana del barco miraba intranquila el horizonte, la tripulación no lo notaba o ignoraba la carga que llevaban.
La general de la guardia obsidiana caminaba por la cubierta, con la seguridad de quien conoce el mar y sus trampas. Las órdenes de la emperatriz no la convencían, eran arriesgadas pero ella no podía desobedecer a su querida líder. Ella era la razón y la paz en sus manos.
_El rio no es como el mar, tiene sus propias reglas y caprichos_ Dijo Hipólita acercándose_Si el deshielo de las montañas de Yhason no interviene, llegaremos en dos días_
Fedra no contestó, sentía un gran desprecio por los marineros que, en su mayoría eran mercaderes de esclavos. Por el otro, admiraba la libertad que tenían para ir de un lugar a otro, sin amos, ni órdenes que seguir. La Mestre alabó el barco y a la tripulación. Pero ella sabía que, esos elogios no eran gratuitos. Las sacerdotisas de Cassia no dejaban nada sin sus propios nudos. La capitana era correcta y directa, su lealtad era con las monedas de plata y oro.
_Capitana, ¿Qué relación tiene con la Mestre de la isla?_ Pregunto la general ignorando el protocolo y la educación_ Ella la aprecia mucho_ Fedra no había  aprendido la diplomacia y el juego político de las otras mujeres del harén. Solo se conocía por su fuerza y obediencia ciegas.
Hipólita trató de no mostrarse molesta, el oro prometido era lo único que la hacía soportar trabajar para un imperio que solo ignoraba a los de su clase. O los usaba de perros de guerra. _Es mi hermana menor_ Contestó sin mirarla, el barco se movía rápido y constante para fortuna de Hipólita y Fedra, la carga iba segura. _Cuando nuestra madre murió en la  última hambruna, ella era hábil y ellas la seleccionaron_
La voz de la capitana era desapasionada, era un pasado lejano, tan lejano. No iba a decirle que Arycla no quería convertirse en sacerdotisa. Hipolita había empujado a su hermana menor a las manos de las sacerdotisas.
_ A mí me eligió otra vida, el rio siguió y esto somos ahora._ Escuchó nuevamente la voz suplicante de su pequeña hermana, en ese momento tenía 6 años. Las monedas de cobre habían servido para tener su primer servicio a bordo del Araña de Mar.
Fedra se mantuvo en silencio observando las aguas plateadas, preguntándose si su familia seguía viva, ¿La extrañaban? Un profundo olor a solvente y a grasa de animal hizo que ambas miraran la puerta de la bodega con preocupación.

20 may 2018

Tan frío como la plata



La estatua plateada de Thassa estaba rodeada de diferentes tributos, monedas de los rincones más alejados del imperio, flores y cuerdas de seda. Hipólita Puso un par de cuerdas de seda color azul, estaba agradecida con la diosa. Su última expedición había traído recompensas y su tripulación festejaba en los bares del puerto. Sin embargo, ambicionaba una empresa más ambiciosa que la anterior.  Sin notarlo una sacerdotisa de velo verde se le acerco, si quería podía matarla en ese momento.
_No estoy interesada_ Contesto de manera automática la capitana, no le gustaban las sacerdotisas de Cassia con sus palabras torcidas y rebuscadas.
La mujer del velo sonrió sin amedrentarse_ ¿No te interesaría conversar con la Mestre Arcyla?_Pregunto juguetonamente._ Seguramente tienen mucho de qué hablar_ Hipólita la miro con nervios temía no reconocer a su hermana menor, ¿Serían sus manos las mismas? Se preguntó con angustia. Muchas veces imaginaba el encuentro entre ellas, en un abrazo fraternal y perdón, otras Arcyla arrancando el corazón de ella a modo de venganza.  
Caminaron por los pasajes de la isla, piedra y cielo unidos por el mar en el tierno abrazo de Thassa, la madre de los mares. El corazón de la joven capitana era un rio caudaloso, veía sus ropas viejas y gastadas por el océano, su aspecto feroz y las armas en su cintura. Sus pies querían correr hacia la bahía como si la persiguiera todo el ejército carmesí. La culpa es un sentimiento mezquino decía su madre.
Miró las puertas negras del templo, el fantasma del fuego se notaba en las paredes. Iba a preguntar pero la sacerdotisa le ordeno que la siguiera.  Pasillos, libros y estatuas de las diosas era todo lo que podía ver. Los secretos del templo solo le pertenecían a la Mestre del mismo. Entraron a un gran salón, en ese momento Hipólita se dio cuenta que estaba enfrente de la Mestre de Veremyn, Arcyla de Chian.
La capitana pensó que las velas tenían narcóticos, podía ver a su madre en esa silla sonriendo con superioridad. Era imposible, ella estaba muerta hacia más años de los que quería recordar. Sin embargo, ahí estaba. _Mestre_ Saludó de manera formal, su hermana era el reflejo de su madre. Esperando el abrazo o la daga en el corazón.
_Capitana_  Saludo de manera formal _Tengo un contrato de su interés_ En ese momento, Hipólita supo que la protectora del océano siempre podía sorprenderla.

30 abr 2018

El honor del guardián de palacio



 El palacio de la dinastía esmeralda es el faro que guía al continente, sin importar de quien es la cabeza que lleva la corona. Quien maneja el palacio maneja, maneja el imperio se decía.
El mayordomo principal come con mesura. Dos ayudantes, aves delicadas, lo observan atentamente. Es un secreto a media voz que el honorable señor de las llaves, prefiere la carne joven e inocente, en especial  la de los niños que están por convertirse en hombres.
383 nombres y sobornos a las familias para mantener sus apetitos. La familia imperial tolero el comportamiento hasta la coronación de la luz del poder. Los secretos de la corona mantenían su cabeza segura. El numero 408 era de origen desconocido dijeron sus ayudantes, con risas sofocadas. En la habitación, un muchacho de 10 años trataba de mantenerse en pie, la droga era efectiva. Dejaba a la víctima en un estado de semiinconsciencia, pero sin control de su cuerpo.
El aliento cálido y fétido del mayordomo se mezcló con el dulce perfume del niño, algo inusual en los habitantes de Logpa, el barrio más pobre de la ciudad.
Los murmullos sofocados se volvieron gritos y suplicas acalladas por la almohada de plumas de kefir. La sangre no se hizo esperar, la resistencia del juguete como los llamaba. Era algo nuevo y excitante que lo llevo a ahogar el juguete, matándolo.
En su éxtasis el mayordomo no noto el cambio de público, sus ayudantes se retiraron y llegaron los guardias reales, el juez Nilsson y la madre de la víctima la condesa Sabiha de Rafiq prima de la emperatriz. No había sorpresa en sus rostros, solo asco y tristeza.
La ejecución seria publica, empalamiento y una hoguera le esperaban junto con sus cómplices, los ayudantes. Los secretos de 3 generaciones de emperadores y la corte serian cenizas sin valor. En la capital, todos alzan sus manos para agradecerle a Cassia por tan justa y bondadosa gobernante.
A kilómetros de la capital, la emperatriz ya tiene designado a su nuevo mayordomo principal. Alguien leal a ella y con vicios más aceptables para la corte.

6 abr 2018

Los limites de la ceniza




Continuación de De la sombra y el honor

_Es conveniente para los dos reinos_ decía el diplomático, ambos soberanos miraron al anciano con desprecio._ Insistó que reflexione sobre los cambios_ Dijo en tono apremiante hacia el monarca de Mantor. El silencio era una cuerda tirante entre ambos gobernantes.
_Sin embargo, estos cambios solo benefician al imperio_ Contestó con disgusto poco disimulado. Hacia dos horas que trataban de cerrar el acuerdo de los límites de sus territorios, por años en disputas y transgresiones por ambos reinos. Tanto Silas como su infame abuelo Tarlind de Loth, que pretendieron subyugar al reino de las sombras y hielo.
_Los cambios son para poner un punto final a los conflictos_ Explicó con hastío la emperatriz. Pecaba de grosera pero su paciencia estaba llegando a su fin. _Ambos tenemos un territorio que gobernar y decisiones que tomar_ Trató de suavizar su tono de voz pero a los oídos del viejo rey solo  interpretaban la arrogancia de una niña que nada conocía de guerra o política.
Jansen cerró su puño sobre el manto de lobo_ Es verdad, pero el tiempo que uno lleva la corona hace sabio a quien la usa. Recuérdeme ¿Hace cuánto que gobierna el imperio?_ Preguntó con una sonrisa suficiente. Era una provocación, ahora ambos caminaban en hielo fino del lago Phorhea.
La emperatriz sonrió con frialdad, era un ataque que debía responder y de un solo golpe. Respiró suavemente_ 5 meses_ Dijo con simpleza_ Sofoque una revuelta de un traidor de la sangre, nobles débiles de carácter y otros que no voy a mencionar_ El tono tranquilo pero duro de la joven demostraba que no dejaría pasar ese agravio_ Soy la mano que dirige a la armada carmesí_ El negociador se retorcía las manos y murmuraba lamentaciones. La reunión no concluiría bien, su cabeza rodaría y otras tantas también.
Elis se levantó con tranquilidad_ Lo mejor es terminar este tratado en mi palacio_ Concluyó mirando al rey de las montañas.
Jansen sabía que ese era el principio del fin de su reino. Su pueblo era orgulloso pero eso no detendría a la armada, ni tampoco a los aliados del imperio. Estudio por unos segundos a la joven, su semblante tranquilo y sus vestidos sencillos pero dignos de una soberana. Era un hecho, el reino de Mantor caería de rodillas ante el imperio por diplomacia o  por guerra.

15 mar 2018

De la sombra y el honor



El reino de Matnor al norte de Reddthy. Tierra de hielo y grandes bosques, gobernado por Jansen de Leyrash. Quinto rey de la dinastía negra. La piel de los 12 lobos que el bisabuelo de Jansen cazó, cuelgan el salón del trono.
No hay decorados dorados, banquetes en cristal o cortinas de sedas bordadas de Tai- Shun. El lujo es algo despreciado en la corte del rey negro.
Espera con paciencia la llegada de la niña emperatriz, sus espías decían que no debía ceder a los caprichos de la luz del poder: débil, piadosa y inestable. Eran las palabras más usadas.
Un sequito de mujeres con armas acompañaba a la emperatriz, los guerreros-consejeros de Jansen se sentían contrariados y un poco amenazados. Pero su rey sonreía, como si uno se sus innumerables hijos hubiera hecho una gracia infantil. Eso pensaba el maduro rey de las estepas, una pequeña luz tratando de ser una hoguera.
_Rey Jansen_ Saludó la joven de cabellos dorados como el sol de la mañana_ Que Madre Cassia le sonría y Borth proteja su reino_ La voz suave como una pluma hipnotizó al rey.
_Emperatriz de la luz, que Totheal sea su compañera_ Respondió con sorna, el padre de Elis fue una maldición para su pueblo y no pensaba tolerar lo mismo de su retoño._ Sea paz en nuestras tierras.
La luz del imperio sonrió educadamente, solo sus ojos mostraban una ira por la infeliz compañía de la diosa de las mentiras y la coquetería femenina.

2 feb 2018

La mano en llamas


Antes de la locura y la sangre derramada, Silas tenía un amor. Era Ophelya de Jorfem, como las llamas de un hogar, su corazón. Pero no era suficiente, El era un mar tormentoso, oscuro y impredecible. ¿Qué puede hacer una dulce hoguera?
Meses pasaron, menguo el cariño y la pasión. El emperador era la destrucción y la joven esclava era la piedad de la diosa. La indiferencia es el peor de los verdugos y Ophelya quedo en su yugo. Poco a poco la amargura y el odio contamino su mente,
Nació la pequeña Elis, luz de su madre y su condena. Los susurros del harén eran un zumbido de animales sedientos de sangre y muerte. La única hija del Emperador viva a pesar de los venenos, mentiras y sogas que querían su cuello. La concubina de ojos cálidos era su sombra protectora, madre y exterminadora de enemigos.
En la recamara del emperador, este agonizaba mirando con sorpresa el determinado y bello rostro de su olvidada amante. _¿Me amas todavía? Mi Silas_ Pregunta con tristeza, mientras ve a su Señor sangrar _¿Pudiste olvidar mi rostro, mi lobo?_ El silencio era la única respuesta para la mujer. 

28 ene 2018

La guardia Obsidiana



El palacio estaba en un silencio inquieto, el Mayordomo lo sabía. Los nobles no podían esperar a la joven emperatriz, poco sabían de sus planes.
El harem de Silas estaba vacío, luego de 500 años de ser la prisión de oro de miles de jóvenes de los confines del imperio. Los sonidos de seda y la fuente inagotable de placeres, ya no eran necesarios.
Ahora las concubinas juraban lealtad a la última hija del imperio. Los velos serán armaduras, los gemidos de placer serán gritos de guerra.
Fedra de Berimath, la nueva líder de la guardia obsidiana temblaba, la libertad era un sueño que pocas alimentaban. Ella sostenía la espada y el látigo. Un amor, nacido de la fe y lealtad crecía en su alma, por la emperatriz.
La sala de trono estaba colmada de rumores y nobles inquietos, las puertas se abrieron y la luz del poder toco todo a su paso. En su trono, llamo a la joven general. Esta se acercó como quien rinde sus respetos a la diosa Cassia.

Tocando su hombro izquierdo_Fedra de Berimath, ahora general de mi guardia personal_ Decreto la emperatriz_ La mano en la sombras y protectoras de la dinastía Esmeralda_ Los nobles aplaudieron con tirante cortesía. Mientras a la derecha de la portadora de la corona, la mano que arrebato la vida de Silas sonreía.