20 may 2018

Tan frío como la plata



La estatua plateada de Thassa estaba rodeada de diferentes tributos, monedas de los rincones más alejados del imperio, flores y cuerdas de seda. Hipólita Puso un par de cuerdas de seda color azul, estaba agradecida con la diosa. Su última expedición había traído recompensas y su tripulación festejaba en los bares del puerto. Sin embargo, ambicionaba una empresa más ambiciosa que la anterior.  Sin notarlo una sacerdotisa de velo verde se le acerco, si quería podía matarla en ese momento.
_No estoy interesada_ Contesto de manera automática la capitana, no le gustaban las sacerdotisas de Cassia con sus palabras torcidas y rebuscadas.
La mujer del velo sonrió sin amedrentarse_ ¿No te interesaría conversar con la Mestre Arcyla?_Pregunto juguetonamente._ Seguramente tienen mucho de qué hablar_ Hipólita la miro con nervios temía no reconocer a su hermana menor, ¿Serían sus manos las mismas? Se preguntó con angustia. Muchas veces imaginaba el encuentro entre ellas, en un abrazo fraternal y perdón, otras Arcyla arrancando el corazón de ella a modo de venganza.  
Caminaron por los pasajes de la isla, piedra y cielo unidos por el mar en el tierno abrazo de Thassa, la madre de los mares. El corazón de la joven capitana era un rio caudaloso, veía sus ropas viejas y gastadas por el océano, su aspecto feroz y las armas en su cintura. Sus pies querían correr hacia la bahía como si la persiguiera todo el ejército carmesí. La culpa es un sentimiento mezquino decía su madre.
Miró las puertas negras del templo, el fantasma del fuego se notaba en las paredes. Iba a preguntar pero la sacerdotisa le ordeno que la siguiera.  Pasillos, libros y estatuas de las diosas era todo lo que podía ver. Los secretos del templo solo le pertenecían a la Mestre del mismo. Entraron a un gran salón, en ese momento Hipólita se dio cuenta que estaba enfrente de la Mestre de Veremyn, Arcyla de Chian.
La capitana pensó que las velas tenían narcóticos, podía ver a su madre en esa silla sonriendo con superioridad. Era imposible, ella estaba muerta hacia más años de los que quería recordar. Sin embargo, ahí estaba. _Mestre_ Saludó de manera formal, su hermana era el reflejo de su madre. Esperando el abrazo o la daga en el corazón.
_Capitana_  Saludo de manera formal _Tengo un contrato de su interés_ En ese momento, Hipólita supo que la protectora del océano siempre podía sorprenderla.

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