25 sept 2018

Lo que crece en la sombra


Continuación de La mano en llamas

El palacio de la dinastía esmeralda se encontraba en un silencio inusual, la corte itinerante y la ausencia de la emperatriz hacen de la fortaleza, una tumba de piedra y acero. Zorzal, el nuevo mayordomo de palacio, caminaba con la marquesa Giska. La capital del imperio estaba en paz, pero no por mucho tiempo. Rumores de guerra y pueblos rebelados quiebran el clima de la populosa ciudad.
Las sacerdotisas de los velos verdes trabajan en las sombras para mantener su poder junto al del imperio. Los susurros entre los muros cambian, pero hay uno que no puede silenciarse. La amada reina madre, la llama del hogar se extinguió en el mal que azota a la dinastía por siglos. ¿Cuándo empezó ese despego con real? Se preguntaban, era peligroso dejar la capital del imperio en las manos de un demente, sobre todo si este tiene poder para quemarlo todo. Pero tantas generaciones de torcidos hacen que la corte perdone con facilidad, a sus monarcas o a las madres de estos.
La marquesa observaba el patio principal, una construcción de piedra ancestral, blanca por el tiempo. Ophelya bailaba alrededor de la fuente, lentamente como si la moviera el viento estival. Su cabello caía como una cascada salvaje, sus ojos se posaban en mundos más allá de la vista de la marquesa, que rogaba ser la única espectadora.
_Se lo dije_ Una voz ronca replicó con profundo cansancio. De las sombras, la delgada figura de la condesa Sabiha de Rafiq apareció, su vestido es rojo escarlata como correspondía a su rango, su rostro es indescifrable como los laberintos de Varikt. La reina madre cantaba a viva voz, “¿Seguirás amando cuando no sea joven y bella?”.  El solsticio de otoño está cerca. Las Susurrantes, aves pardas que migran por la llegada del invierno, vuelan de manera errática.
_Ama a su madre_ Contesto la joven marquesa, zanjando el asunto. Katerina de Moriah, más conocida como la marquesa Giska, es un miembro del consejo formado por la emperatriz al igual que Sabiha. Pero en su interior se debatía entre el deber y la verdad.
La condesa la observó  con desdén_Te creía más valiente, khather_Dijo con malicia. Khather es como se les llama a las jovencitas debutantes de la nobleza baja._En fin, llama al mensajero_ Ordeno ignorando la mirada furiosa de la marquesa.
Katerina cerró los puños tratando de controlarse, no podía contradecir a la prima de la soberana. Además tenía la fuerte sospecha que  Sabiha disfrutaba verla fuera de sus pasos.
Un grito desgarrador hizo que ambas mujeres vieran hacia el patio, la madre del imperio golpeaba el agua de la fuente, queriendo como destrozar el reflejo que le devolvía. La imagen era violenta y deprimente. Un remanente de los tiempos pasados. Los gritos y los insultos se volvieron más fuertes hasta que la sacerdotisa que acompañaba a Ophelya la durmió con su arte de curaciòn.

El mensajero ya había partido hacia Belial.

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