13 jun 2023

Las cadenas son la salvación II

 



Continuación de Las cadenas son la salvación

El cielo oscurecía lentamente dando paso a las lunas fantasmas que apenas se ven por el humo de las forjas. La marquesa contemplaba la ciudad desde la ventana del cuarto de baño, mientras las sirvientas terminaban preparar su baño con agua caliente; diversos jabones y elixires. La costumbre dictaba que la sacerdotisa a su servicio debía acompañarla pero al igual que su prima despidió a la novicia Moira para bañarse en soledad. 

Las forjas se distinguen por su resplandor rojo-dorado, las más grandes se encuentran dentro de la fortaleza en ella trabajaban cientos de artesanos y herreros. El fuego dominado por la magia de los maestros del metal ardía noche y día. El castillo, epicentro de la ciudad, donde nobles y campesinos se mezclan para llenar de gloria a Belial. Según los reportes de los espías es un lugar fácil de burlar la seguridad mágica asi como de los guardias.





Katerina se sacó la ropa con dificultad, sus huesos le dolían, sus musculos estaban duros por los dias de cabalgata. Estudio el montón de ropa manchado con barro y sangre, debia tirar esos harapos y elegir que usaría en el viaje de vuelta.Tal vez la ropa de uno de los soldados. Sonrió ante la cara de horror que pondrían las nobles del consejo cuando llegara a la capital. Aunque para eso faltaba varios ciclos. 

El agua perfumada aflojo sus músculos, suavizando su piel plagada de moretones y cicatrices que mantenía ocultos desde hacia años. Sus manos tenían callos en las palmas como un mensajero o jinete. La marquesa contenía su llanto pronto tendría otra misión que terminar y otra, hasta que sus huesos se rompieran o su mente colapasara. Le rezaba cada día a Cassia para que ese día llegará pronto. Suspiro tratando de reprimir la angustia que trataba de escapar de su pecho como un animal salvaje. Mordió su antebrazo pero las lágrimas escaparon igualmente. El dolor que la mantiene cuerda se había vuelto adictivo. La sangre y las infames lágrimas se mezclaron con el agua. Respiro hondo, limpio su rostro tratando de borrar todo rastro de su dolor aunque sospechaba que nunca sería suficiente. Ni todo el maquillaje en el imperio podia tapar su duelo.

Odiaba sentirse así esas emociones solo la estorbaban para cumplir con su deber. Prefería la ira o el odio. Eran sus mejores espadas y con ellas podía conquistarlo todo. O eso creia. Deseaba ser la mujer que su madre había sido: la poderosa estratega que dio su vida por el imperio. Sin embargo, como le había dicho su sacerdotisa personal en algún momento debía llorar sino ese amargo río se desbordaria llevandose consigo su cordura. No podía evitar pensar que su deseo de justicia nunca iba a ser cumplido. Maldito Tyr de Behemoth y toda tu familia! Maldito el día en que te vi! Cuando la emperatriz firmó su divorcio, él había saqueado el tesoro y las tierras aledañas a las de ella dejándola sin nada. 

Perdida en sus lamentos, la noble no noto que sus pies estaban rojos así como sus rodillas. Mareada trato de enfocar pero las lágrimas combinadas con el vapor lo volvían una tarea imposible. Salió de la bañadera con las manos carmesi, quiso gritar, llamar a la novicia Moira pero la nausea se lo impidio, un liquido negro como brea salia de sus orejas, sexo y nariz. Cayó al suelo con espasmos de dolor, la puerta se abrió y vio una túnica verde. Aliviada dejó de luchar y perdió el conocimiento. La novicia Moira contemplaba el cuerpo de  la noble lleno de cicatrices y cubierto de su propia sangre. No podia dejar de verla, la espantosa muerte apoderándose de ese cuerpo maltrecho. Ver los efectos de los venenos en acción es una lección valiosa para cualquier sacerdotisa. Se preguntaba que componentes habian usado, las medidas y antídoto. El grito de horror de Arcyla la sacó de su contemplación.

Sacaron a la marquesa del baño envolviendo su cuerpo con las sábanas, Moira busco su maletín de trabajo entre los frascos color ámbar y bloques de hierba compactos. El veneno que actuaba por piel es un desafío para cualquier sanador, el medidor de su habilidad para salvar a su noble a cargo. Le entusiasmaba el reto aunque en esa ocasión debia priorizar la seguridad por la curiosidad. 





Unto un pedazo de sábana con un líquido dorado y un ladrillo verdoso que olía a putrefacción, pasó el trapo por el pecho y los brazos de Katerina. Mientras que Arcyla hacia lo mismo con las piernas y pies. La piel de la noble cambio a un rosado intenso, el veneno estaba siendo expulsado poco a poco. El cuarto de baño parecía un matadero de un carnicero novato, el olor perfumado mezclado con los vomitos apesto la habitación. Arcyla abrio la ventana  tratando de respirar sin hacer arcadas.

En la cama la marquesa colapsaba nuevamente vomitando bilis negra. La novicia Moria le dio de beber todo un frasco de líquido verde que casi ahoga a la noble. Esperaban que el veneno sea expulsado completamente; solo podían rogar que Cassia se apiadara de la vida de Katerina. Después que los vómitos y los espasmos cesaron Katerina durmió con una camisa fina, lo único que tenía limpio. 

El sonido de la puerta las sorprendió, las sirvientas tenían el baúl de la marquesa. Es de cuero rojo con engarces de hierro gastado común en apariencia pero protegido con magia de sigilos. Moira supuso que debía ser de la época anterior a La rosa dorada. Actualmente nadie leía los sigilos mucho menos los podían escribir o ejecutar. Mucho se perdió en las purgas y revoluciones. Las criadas miraron a Arcyla que las expulsó de la habitación. Los susurros y las risas nerviosas preocuparon a Moira. Alguien había planeado esto de manera apresurada,  la muerte de un miembro de la dinastía en este momento sería visto como una demostración de poder en el  mejor de los casos, en el peor; una declaración de guerra y insurrección. 





Arcyla se sentó cerca de la cama vigilando que la marquesa durmiera correctamente._La guardia obsidiana me envia_Dijo con cautela. No se sentía segura en ese castillo. Nunca habia asistido a una corte tampoco había estado a las órdenes de un duque o un marqués. La mayoría de las sacerdotisas consideraba la meta mayor trabajar para un noble en lo posible para toda la vida. Arcyla debido a su dominio y su crianza en la Isla trabajo en contrato con gentes de diferentes gremios y comerciantes. Moira por otro lado, hubiera sido feliz en los laboratorios de los templos pero su talento la llevó a las entrañas del palacio esmeralda siendo la madre imperial su tutora, preparándola para su rol junto a la luz del poder.

_Lo supuse_Contesto Moira. Continuo limpiando la piel de la marquesa, busco paños evitando tocar la piel de la noble_Como veras esto no será una misión fácil _ Con uno de los frascos guardo un poco del agua de la bañera. Tendría que analizar que tenía para preparar un antídoto efectivo. Aunque la marquesa había dejado de vomitar y su piel gradualmente habia vuelto a su color habitual. Una recuperación milagrosa que la sacerdotisa prefiere ignorar por el momento.

Arcyla asintió _ En el ala Este se encuentra el suegro del conde_ Informo preocupada.  Si los susurros eran ciertos estaba con la responsable de la caída en desgracia del duque de Morthyth. Observó atentamente a Moira así se veía una hacedora de muñecas. Ahora entendía porque la enviaron a ayudar a la marquesa. En el medio ciclo que pasó en el castillo fortaleza pudo trazar planes de escape y ataque. Los rumores, secretos y mentiras que alimentaban los fuegos impíos de esa ciudad estado. Los habitantes de Belial conectados inevitablemente con los maestros de la cadena o los jefes de sindicatos estaban disconformes con el conde. Abusivo con sus impuestos y tiránico con el trabajo, muchos miraban con ojos furiosos a su gobernante y a su esposa que su llegada coincide con los males que cada día amargan  las bocas de cada hijo de Belial. 

Los sacerdotes de Asteth, dios del fuego y la ira, predicaban el amor por las forjas de día y maldiciones veladas contra el conde. Los seguidores del amo de las llamas secretamente eran recompensados por las sacerdotisas de Cassia por la condenación del conde Alaistar.





_El desierto no lo quiso como recompensa_Dijo con resignación. Moira trataba de resolver un problema a la vez. Salvar a la noble, escapar del castillo y volver a la capital._Tenemos que mover a la marquesa fuera de la ciudad y contactar con el ejército carmesí. Antes que intenten algo menos sutil _ Arcyla la miro disgustada, no podia disimular su enojo. Abandonar la misión era algo vergonzoso y dañaba su título de mestre de la isla. Sin embargo, las jerarquías no servían en algunas excepciones como este. La sacerdotisa imperial estaba por encima de muchas hermanas, mestras y dominadoras. Es como una regla no dicha que quien guiaba al emperador de turno era quien Cassia le hablaba directamente. 

_Hay que devolver el  favor_Dijo la marquesa con la voz ronca. Sus ojos amarillentos brillaban como estrellas en su cenit_A la media noche tendremos al ejército carmesí en las puertas de la fortaleza para llevarnos a la justicia a Hyperion de Marat_Se levantó lentamente como lo haría una anciana. Ambas sacerdotisas la observaban con preocupación el plan de la noble era demente, eliminaba cualquier intención de mantener a Belial como una ciudad-estado leal. A menos que se pensara en un cambio de mando  donde un pariente de la dinastía tomara el control de las forjas y sus armas. Katerina abrió el baúl con dificultad, los sigilos resplandecían como grabados por fuego. Le dio un frasco con un contenido naranja brillante a la mestra Arcyla que lo tomo con aprensión._Medio frasco nos va a dar tiempo, para cuando lo descubran no van a poder detenerme_ Con gesto vago de la mano despidió la joven que corrió hacia la puerta, dudo en decir algo pero se fue silenciosamente. 

Moira terminó de mezclar remedios y le tendió el antidoto a la marquesa que sacaba un vestido de gala negro, este era ajustado con detalles en dorado. Discreto pero lujoso ideal para la cena de esa noche._Le recuerdo que estamos en una misión diplomática, el conde es, era muy estimado por nuestra emperatriz_Recordo la novicia._A veces se necesita más que el amparo del velo de Cassia para triunfar marquesa _

Katerina tomó de un trago el remedio, era amargo al punto de hacerla toser del asco. Quiso reir pero su voz sonó como un quejido moribundo._Estamos para obtener la lealtad de Belial por cualquier medio. Y eso es lo que vamos a hacer_Contestó de manera prepotente._El conde ya no tiene ningún lugar en el corazón de la Luz del poder, es una cadena inutil que solo trae desgracias al imperio. Tenemos que liberar a Belial y sus fuegos de esta maldición_ Las palabras de la marquesa son el espejo de su dolor. La ira que tanta amargura le causaba le daba fuerzas para seguir. Belial acataría la voluntad imperial o ardería en si misma hasta morir en el olvido._Ademas el tiempo de las palabras bonitas llego a su fin_ Dijo con ironía. 





_Espero la liberación de Belial no tenga un precio tan alto como su vida, marquesa Giska_Contesto la sacerdotisa Moira mientras acomodaba  la ropa interior y los zapatos. Ayudó a la marquesa a vestirse mientras el cielo oscurecía lentamente. El calor de las hogueras principales se podía percibir en el piso y las paredes del castillo. Moira se lavo el rostro y se cambio el hábito por uno limpio, negro sin detalles. Ese podia ser el día que vería el rostro de Cassia. En sus años de formación en el templo principal, las mestras les advertían en la obediencia a los nobles y cuando esa obediencia se volvia una carga insostenible. Como necromante entendía las mecánicas de la muerte, como persona anhelaba caminar nuevos caminos en ese mundo más alla del imperio creado por gracia de la diosa.  

La mestra Arcyla volvió para acompañarlas a la cena ya se encontraba cambiada con un hábito verde brillante en detalles plateados. Moira hizo un gesto de disgusto sin esconderlo, Katerina termino de acomodar su espada a la cintura_Una fiesta? ahora?_Dijo con credulidad._Escoltenos pero manténgase fuera de vista y preparada para una salida rápida.  No sabemos cuando las cosas pueden salirse de control _Advirtió.

Las tres mujeres caminaron con parsimonia con la marquesa a la cabeza, el castillo estaba agitado; la condesa había empezado el trabajo de parto antes de lo esperado, faltaban 5 ciclos para el nacimiento. Las sirvientas corrian de un lado a otro hablando a los gritos, las parteras y sanadoras se encontraban reunidas en la habitación de descanso, la condesa de Belial estaba en un charco de agua y sangre por lo que decían.





En el comedor principal estaban los nobles tomando y apostando el sexo del infante. En el centro de eso estaba el conde. Su rostro oscurecido por el miedo. Toda la corte estaba alli esperando el nacimiento, el calor es asfixiante como si las hogueras iracundas acompañaran ese suceso. 

Los gritos de agonía de la parturienta son un eco que se perdía en la cena animada por la corte. Katerina luchaba por mantenerse en pie, el agotamiento y el veneno socavaron su cuerpo dejándola solo con su voluntad y obstinación. La noble avanzó pero los guardias le impidieron avanzar a las sacerdotisas, la novicia Moira y la mestra Arcyla de Chian se encontraron rodeadas de guardias. Por uno de los pasillos surgio  el suegro del conde, el Duque caído en desgracia; Hyperion de Marat. Su rostro ajado por el desierto parecia un espectro de arena.  Su mano derecha se mantenia en la espada esperando el momento para atacar, sus ojos ardian con odio hacia la marquesa y la sacerdotisa imperial. El conde Alaistar sonreia mostrando los dientes amarillos y los labios oscuros por el vino, ignorando los alaridos de su esposa. 

En tiempos de guerra y traición, la venganza era el banquete que todos anhelaban. Que mejor burla a la niña emperatriz que la muerte larga y dolorosa, de su odiosa prima y la novicia necromante que le obedecían.