El reino de Matnor al norte de Reddthy. Tierra de hielo y
grandes bosques, gobernado por Jansen de Leyrash. Quinto rey de la dinastía negra.
La piel de los 12 lobos que el bisabuelo de Jansen cazó, cuelgan el salón del
trono.
No hay decorados dorados, banquetes en cristal o cortinas de sedas bordadas de Tai- Shun. El lujo es algo despreciado en la corte del
rey negro.
Espera con paciencia la llegada de la niña emperatriz, sus espías
decían que no debía ceder a los caprichos de la luz del poder: débil, piadosa y
inestable. Eran las palabras más usadas.
Un sequito de mujeres con armas acompañaba a la emperatriz,
los guerreros-consejeros de Jansen se sentían contrariados y un poco
amenazados. Pero su rey sonreía, como si uno se sus innumerables hijos hubiera
hecho una gracia infantil. Eso pensaba el maduro rey de las estepas, una
pequeña luz tratando de ser una hoguera.
_Rey Jansen_ Saludó la joven de cabellos dorados como el sol
de la mañana_ Que Madre Cassia le sonría y Borth proteja su reino_ La voz suave
como una pluma hipnotizó al rey.
_Emperatriz de la luz, que Totheal sea su compañera_ Respondió
con sorna, el padre de Elis fue una maldición para su pueblo y no pensaba tolerar
lo mismo de su retoño._ Sea paz en nuestras tierras.
La luz del imperio sonrió educadamente, solo sus ojos
mostraban una ira por la infeliz compañía de la diosa de las mentiras y la coquetería
femenina.
Continua en Los limites de la ceniza
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