12 feb 2024

Una noche cualquiera en Thai-Shum



Continuación de El festival de las bestias

Se decía que el viento en Thai-Shum cargaba con los secretos de sus ciudadanos. En la frontera que llegaba al río principal, se encontraban disimulados por la vegetación los puestos de vigilancia. Desde hacia 6 km seguían una embarcación que parecía estar a la deriva con sus tripulantes apenas visibles. 

Fedra y Hipolita confundidas sospechaban de la prodigio que sonreía de manera maniática. La capitana podía sentir los ojos de los soldados escondidos, las máscaras coloridas le dio una idea donde estaban. Fedra trataba de interrogar a Callista que saludaba con desparpajo a sus vigilantes como una estrella a sus admiradores. Una serie de máscaras  se asomaron por las ramas bajas, tentadas por la curiosidad o dispuestas a atacarlas. Fedra tomó uno de los remos y se los arrojó, pero las máscaras desaparecieron antes que el remo llegará a su objetivo. La prodigio chillo ofendida antes de poder hacer algo, una serie de ganchos de abordaje se clavaron en el barco. Arrastrandolas a la orilla. Hipolita, desarmada y agotada por el viaje, miro los ganchos con resignación. Si los sacaba el barco estaría lo suficientemente dañado para hundirse sin remedio, si no los sacaba serían capturadas por los dueños de las grotescas máscaras en la orilla. Morir ahogadas o lo que les esperaba en la orilla. Sentía la tentación de arrojarse por la borda abandonando a la prodigio y a la general. Pero era tarde para eso, muy tarde. 

Las mascaras de color rojo, negro y blanco se acercaron a la orilla mostrando cuerpos con tunicas negras. Es imposible de saber si son hombres o mujeres ya que las figuras parecían ligeras como pájaros posados en las ramas pero lo suficientemente fuertes para arrastrar al barco a la orilla sin esfuerzo. La pródigo saltó a la orilla, uno de los enmascarados la capturó en el aire atrapándola en la arena oscura. Una columna de fuego surgió de sus manos atadas que derribó a la mayoría de ellos, dejando malheridos a varios y una pila de cenizas en donde estaba su captor. 

Las flechas volaron a todas direcciones hiriendo a Callista que comenzó a incendiar el bosque, la playa y el río. Fedra desesperada trato de parar a la muchacha pero las llamas rodeaban todo como una marea inexorable. Pudo llegar a ella, sacándole las flechas envenenadas pero el daño ya estaba en curso. 

La capitana grito desesperada, conocía el idioma berokes de la zona de Thai-Shum _VA A INCENDIAR TODO!_ El ataque paró y las máscaras miraron un punto en el bosque. De ese punto surgió una mascara blanca con cuernos largos y colmillos, la figura estaba vestida con una túnica negra y cargaba una espada corta. Si caminaba en la graba de la playa no podian oir sus pasos, como una criatura de fábula se acercó a las tres mujeres. La prodigio gemía de dolor, las llamas se aplacaron indicando que el veneno avanzaba en su cuerpo. _Permitanos seguir nuestro camino a Tamaran, no volverán a ver nuestra bandera en su río _Pidió la capitana en ese idioma. Rogaba que su pronunciación fuera aceptable aunque hacia varios años que no practicaba.

La figura de cuernos se inclinó ante Callista que escupía espuma rosa, el veneno seguia cobrando uno a uno sus sentidos. Un chasquido metálico desenvainó y hundió la punta de la espada en una de las heridas ante la mirada resignada de la general. Sentia pena por la agonizante muerte que le esperaba a la demente. Sin embargo, estaba más preocupada por su propio destino. Thai-Shum era conocido por ser el país donde los forasteros se convertían en sombras. 

La prodigio se retorció en el suelo zafando de los brazos de Fedra, el fuego a su alrededor mermo hasta desaparecer, dejando árboles calcinados en la rivera. Hipolita vio la respiración pausada de la joven viviría por ahora.




_Por el ataque, se tiene que hacer un pago_Dijo la persona de la máscara blanca. Su tono del lenguaje es áspero parecido a una bebida amarga_Son invitadas en nuestra tierra. Hasta que se dictamine el pago_Guardo su espada de manera elegante. 

Hipolita quería reir, de manos rebeldes a manos extranjeras, era un juego perverso de Thassa y Cassia poniendo a prueba a sus hijas. Miro el río ¿Cuánto podría aguantar nadando hasta el puerto mas cercano a Tamaran? Si es que llegaba tendría que explicar que paso con la prodigio y la general. El Imperio tenía sus manos y oídos en cada rincón del continente. No tenia deseos de ser buscada otra vez por su hermana menor, era un pensamiento que prefería enterrar en lo profundo de su mente. Ayudo a la general que veia con temor. 

Cargaron a Callista turnando hasta que sus anfitriones les dieron una mula, ataron a la prodigio a la montura y ellas al cuerpo de la chica. Los nudos eran pequeños y intrincados si tratabas de zafarte se apretaban a la carne. Fedra sudaba del esfuerzo, tenía un rictus de amargura que se profundizaba a medida que se adentraban al territorio. La vegetación es selvática, de colores vivaces como un cuadro de muchos colores. Sin embargo, solo se oian los pasos de la mula y las prisioneras. Hipolita la inquietaba ese silencio sobrenatural, extrañaba el sonido del oleaje chocando con el barco o el correr del río sobre el lecho de piedra. 

Llegaron a un pueblo de casas bajas de color ocre, con techos cubiertos de musgo. Las puertas y ventanas estaba cerradas, al igual que el bosque que lo rodeaba estaba en un silencio sepulcral. Un pueblo lleno de sombras murmuro Fedra con los ojos inyectados en sangre. La capitana vio el antebrazo con costra negra de la general, no moriría por el veneno pero sería una agonía larga su recuperación. Llegaron un edificio decorado con un estandarte negro y estrella roja, alli salio un sequito de hombres con pañuelos en la mitad del rostro y otro con un sombrero de ala ancha, tenia los dientes amarillos y una expresion de superacion en el rostro.

El oficial de máscara blanca se le acercó pero el hombre lo detuvo con un chillido, la diferencias de estaturas casi hizo reír a la capitana. Podía captar algunas palabras en berokes, Imperio, fuego y obediencia. Miro a Callista y Fedra ninguna de las dos podía ayudarla, dependia de ella salvar los huesos de todas. Los portadores de las mascaras las llevaron al interior del edificio mientras el hombre de dientes amarillos gritaba y gesticulaba con ardor. El interior es un laberinto de madera oscura y paredes sucias. El olor a humedad y resina quemada atontaba los sentidos, Hipolita tomó una bocanada de ese aire viciado. En su cansancio ese olor es familiar. Las dejaron en una habitación sin ventanas, sin muebles y con una pila de gruesas mantas. Al mismo tiempo entraron dos mujeres vestidas de verde claro que atendieron las heridas de Callista y Fedra. Los ojos oscuros de las mujeres transmitían enojo. La capitana sabia que Thai-Shum tenía en común con la Republica rebelde, el desconfiar de los extranjeros. 

Dos enmascarados se la llevaron hasta otra habitación, esta parecía una oficina improvisada, la ventana estaba abierta podía ver el patio interior de la casa, un lugar seco y desolado, solo estaba verde un árbol robusto que tenia hojas color bordo. Lupanar es su nombre y todo lo que daba ese arbusto es alucinógeno en medidas controladas, en exceso es un veneno letal. Un recuerdo la hizo mojarse los labios como si sintiera el sabor amargo de la raíz del árbol en su boca. 




_Tanto tiempo sin vernos, Tali_Esa voz burlona la conocia, es la misma que le contó del veneno de Lupanar. Dueño del olor a resina herbal quemada_Donde esta tu tripulación? Y tu barco?_Pregunto con dureza. Frente a ella estaba su ex prometido, Kamoho. En ese momento, la capitana Hipolita de Chian sintió verdadero terror. 


21 sept 2023

El caos y la araña



Continuación de La mecánica de la telaraña

El olor a grasa quemada flotaba en el aire al atardecer, la calle de los artesanos poco a poco se vació de gente. La calidez en las paredes de piedra persistía como brasas en la capital imperial. Ese día era el último del ciclo, mañana sería un día de festejo de la llegada del ciclo del tigre. Familias, parejas y trabajadores caminaban entusiasmados a los puestos de dulces y cerveza después de una larga jornada. 

Lady Satine comía unos dulces ambar azucarados que le recordaban a su hogar. Valmor rompía las semillas de pistacho con sus perfectos dientes escupiendo las cáscaras como un vulgar borracho. No hablaron por un rato desde que salieron del taller de Victtorie, la artesana de cabellos rojos y mal carácter. Según la mujer las imitaciones de joyas de la dinastía era un negocio rentable en las cortes de Thai-Shum y Tamaran. Pero esas piezas nunca llegaban a los territorios del Imperio, por obvias razones. Quien envió esa corona fue un novato o era un traidor que sabía exactamente lo que hacía. Una perdida en monedas de plata concluyo la noble. Velmor se divirtio manipulando las emociones de Victtorie cuando esta bajo la guardia. Sin embargo, ninguna de las mujeres tenía información útil cosa que frustró a Satine. 




_Tiene sentido pero a la vez no lo tiene_ Dijo por fin Satine que terminó por devorar todos sus dulces y miraba con ansiedad la bolsa de semillas de su sacerdote_ No tenemos una respuesta clara, tampoco un culpable_Gruño. Cuando llegara al palacio tendría que asistir a las reuniones del consejo, reportar a la emperatriz y además comprobar si los nobles habían recibido lo que habían pedido. La falta de la madre imperial en la corte es evidente como peligrosa, tal como habia predicho la novicia Moira. 

El  sacerdote abrió otra semilla con los dedos con un ligero crack_La imitación fue echa por un joyero de Thai-Shum y fue comisionada como regalo a una amante cortesana del palacio esmeralda que, casualmente es donde se encuentra hospedado su príncipe heredero. Esa es una respuesta_Dijo comiendo la semilla con parsimonia. Se dirigen al palacio por el camino del comercio muy cercano a los puertos, a lo lejos pueden ver las velas de los barcos, los puestos iluminados y el olor a madera podrida mezclada con solvente._La otra puede ser que un miembro de la corte de hierro con conexion con Tamaran quizo hacerle un regalo a su exigente prometida y en su intención de impresionarla fue desastroso para la mujer_ Se escucha una multitud de voces del puerto, unos niños vestidos de amarillo-ocre corrieron hacia la muchedumbre saludando con la mano a Velmor que les entrego la bolsa con el resto de los pistachos. Una multitud avanzaba de un lado a otro, por el rabillo del ojo podia ver a su sacerdote guardar sobres en los pliegues de su abrigo asi como entregar monedas de plata y cobre a diversas manos. La red de informacion de la ciudad debía mantenerse a base de monedas y favores que Satine le resultaba molesto ser  ignorante. 

Ese camino hacia el palacio es el más largo, tortuoso para Satine pero Velmor habia insistido ya que tenia que “respirar” la ciudad. Ademas le debía el favor por el aceite de lirio cosa que lamentaba pero su pierna mecánica fallaría de manera desastrosa si no la mantiene de manera adecuada. 

_No hay pruebas. Ya lo dijo Zorzal “sin pruebas no se puede accionar”_Replico agotada la joven se preguntaba cuanto salían los palanquines que circulaban sin cesar por toda la capital. No debían ser caros. Comenzó a buscar uno vacío pero parecía que toda la ciudad desperto de un breve sueño para moverse frenéticamente. _Nuestra magnánima emperatriz no es tolerante a los juicios erróneos_ No quería tener que lidiar sola con las intrigas palaciegas que perdieron su encanto cuando su trabajo como dama de compañía se habia convertido en algo más que ostentar vestidos y riqueza. 

El consejo de las flores estaba fragmentado por lo sucedido en Morthyth y Belial. Las diferentes nobles tenían que enfrentar lealtades con la tierra que eran responsables y el Imperio que los protegía. Todas temían que sus parientes terminaran como la familia exterminada de Morthyth, asi como sus conexiones. La mayoría tuvo que partir de la corte sin títulos, ni territorios. Solo su vida y la promesa de no agresión al llegar hasta los límites del Imperio. Esos puestos no tardaron en llenarse con miembros de la familia Oshunm que demostraron que en la corte su importancia solo la daba la Luz del Poder. O la madre imperial que se encontraba en Loth extendiendo su puño de hierro. El compromiso del príncipe era visto como una jugada sensata pero otros temian que el primogénito de Silas se contagiara de la fiebre dorada de la corona como su primo el infame león de Loth.


 

_Querias resolver esto, es la solución que tenemos hoy_ Dijo Velmor con poca paciencia, una joven con una túnica naranja se acercó al sacerdote. Este le extendió una monedas de plata que guardo con una expresión amarga. La chica no es atractiva o esta arreglada como la mayoría de los devotos de Totheal._ Estamos en tiempos complicados como para fijarnos en detalles_La devota intentó tocar a Velmor pero se arrepintió alejándose con una expresión de amargura. Satine abrió la boca pero lo penso mejor, nada sabía del pasado de Velmor. Cuando le pregunto sobre su entrada al sacerdocio se limitó a hacer una mueca burlona diciendo que le permite disfrutar de todos los placeres. Sin embargo, tenía la misma expresión de resignación que la novicia Moira. Ella le dijo que aveces uno no puede alejarse de aquello que es parte de uno aunque lo odie. Se preguntaba si hablaba de ella misma. 

El sacerdote apuro el paso molesto tratando de poner distancia considerable entre el puerto y ellos. Una muchedumbre se habia juntado en la dársena sur del puerto, podían distinguirse las lanzas con lazos verdes y plata de la guardia de la ciudad. Los barcos que llegaban del Mar Srkar solian ser esperados por parientes y comerciantes por igual. Una suerte de noticias para el pueblo y tesoros a comerciar. 

Lady Satine le dio la carta de la novicia Moira con la esperanza que su novia le diera alguna pista de que sucede con la marquesa y el príncipe  Zulficar. Según la emperatriz ambos debían estar separados por el bien del Imperio. _La misión de lealtad en Belial va a terminar mal_Declaro la noble, eso estimaba la mayoría de las nobles del consejo de las flores_Es una jugada costosa reemplazar gobernantes en las ciudades-estado. Se van a perder territorios por ese capricho_ La tierra del fuego destructor es cuna de las armas del ejército carmesí, sin ellas y con ciudades-estado rebeldes. La luz del poder tenia que pensar muy bien donde sus manos se extienden. 



_No repitas las palabras de tu amante_Reto Velmor leyendo con aburrimiento la carta, como le molestaba los acertijos y dobles sentidos de las sacerdotisas de Cassia. Suponía que era una regla expresarse son laberintos dialécticos aunque fueran bonitos son poco útiles para la práctica. La expresión bochornosa de Satine le gusto. Zorzal opinaba demasiado de lo que la luz del poder debía o no hacer. Además que no era secreto que tenia sus intereses en que la marquesa volviera a la corte._Es tradición que el emperador cambie los gobernantes de las ciudades-estado, es su manera de dar balance al poder. En cuanto llegue la noticia de Belial o Loth, la corte y el consejo de las flores van a cambiar las alianzas y el poder va a estar en manos de quien cayeron en gracia. Diría que te mantengas  neutral y aproveches a hundir a Lorcas de Sidorel y a todos sus aliados. No escatimes recursos, no tiene que volver a levantarse._ Termino devolviéndole la carta. Sin agregar nada más, seguramente tendrán que esperar a una nueva carta de la marquesa o de algún noble que les informara que sucede más allá de la corte. Las sacerdotisas de Cassia tienen un hermetismo que había empeorado con los ciclos, las reemplazantes de Moira no eran las mejores informantes. Las calles aledañas al palacio estaban llenas de gente de todo tipo algo inusual para esa hora del  dia, los guardias de las puertas apenas se veían. 




Para ingresar al palacio se debe atravesar una de las arcadas de piedra que corresponden al norte, sur o oeste para luego cruzar una plaza y las escalinatas de piedra de esa puerta. Se abrieron paso entre la gente que intentaban ingresar o dejar peticiones en las arcadas para que alguno de los consejos las leyeran. 

Lograron cruzar la plaza esquivando ministros, nobles y sirvientes que llevaban cartas lacradas. La mayoría miraba a su alrededor con nerviosismo, hablando en susurros y ocultando sus manos en las mangas o en los amplios bolsillos de sus túnicas. Satine sentía un zumbido de incertidumbre que aumentaba al llegar a las escalinatas de piedra. Su sacerdote puso su cara de indiferencia, la misma que pone cuando algo lo preocupa. Habían ejecutado a la marquesa Giska en Belial? La muerte de un pariente de la dinastia podía provocar ese ambiente de incertidumbre y malestar. 

En el portal de entrada principal el mayordomo Zorzal se encontraba rodeado de gente, nobles de las diferentes naciones reclamaban su lugar en la corte. Los guardias los mantenían a raya mientras el mayordomo les ignoraba, estaba indicando el cambio de estandarte de las torres. Cada vez que un ciclo termina se cambian los estandartes de acuerdo al que inicia. Las telas amarillas serían reemplazadas por las naranjas del ciclo del tigre.

Un sirviente vestido de gris corrió hacia el mayordomo y le tendio un sobre lacrado con una llama y dos estrellas. Este hizo un gesto de afirmación a los sirvientes de las torres y se desplegaron en cada torre un estandarte verde con una estrella plateada en el centro. 

Satine y Velmor miraron esas telas ondear en el cielo que oscurecia por completo. Nunca en sus cortas vidas pensaron que verian los estandartes de la dinastía en el palacio. La señal de que que la guerra habia comenzado. El imperio declaraba la guerra.


28 jul 2023

Las cadenas son la salvación III



Continuación de Las cadenas son la salvación II

 La mirada torba del conde de Belial pasaba de la puerta donde se encontraba su esposa a  la prima de la emperatriz. Golpeó su copa contra la silla ornamental, un muchacho intento servirle pero le arrebató la jarra y comenzó a tomar de ahí. Los nobles vitoreaban la proeza imitando a su gobernante asaltaron las jarras tratando de beber hasta la inconciencia,  otros se robaban el oro de las mesas de apuestas. 

Primero fue el silbido como el trino de un pájaro y luego el calor que ahogaba a los nobles acostumbrados a las temperaturas de las forjas. Las llamas que brotaban de las paredes y los pisos, una planta invasora de fuego que devoraba todo a su paso. El salón lleno de nobles y guardias fue diezmado por la hoguera. Alguien había destruido la contención mágica de la forja mayor del palacio, ese poder desatado devastó el resto de las protecciones. El fuego ahora era libre, a su paso tomaba todo lo que podía para multipicarse y avanzar. El humo confundida a los guardias que trataban de sacar a los miembros de la corte de Belial. 

El ejercito carmesí pronto tomaria el castillo o lo que quedara de él, lo que las llamas del dios furioso dispusiera cuando su hambre fuera saciada. 




Hyperion de Marat desenvaino apuntando a la novicia Moira que se puso detrás de la marquesa. Esta paró el ataque del noble tratando de mantener la calma en esa tormenta de destrucción. El acero liviano del desierto parecía tener la ventaja contra la espada forjada en el corazón del imperio. Los golpes del ex duque son erráticos torpes por la edad y las emociones desatadas. Katerina apesar del envenenamiento y el cansancio ganaba terreno. El conde se debatía  entre intervenir o huir de la pelea. 

Las sacerdotisas entendieron que solo les quedaba verlar por si mismas, los guardias ocupados de salvar a los nobles del mar de fuego solo habían dejado una escolta pequeña para proteger a su gobernante. El sonido de acero chocado fue la señal que Moira esperaba, el ejercito carmesí había entrado en el castillo.

En un intento de estocada Hyperion se resbaló dejando expuesto su costado derecho, la marquesa le cortó la mano derecha y su cuello de un solo movimiento. Un río escarlata se precipitó en el suelo, formando una laguna alrededor del cuerpo del noble. 

La marquesa Giska y el conde de Belial se medían en silencio como dos bestias por disputar su territorio. _Tenia que mandarte a vos_Vosifero con odio el conde_ A la perra guardiana de la corte_ El rencor existía entre esos dos desde que eran jóvenes. Cuando el conde era un pobre noble sin poder y la marquesa era una niña con una corona de plata en su cabeza y la arrogancia de la dinastía en su voz.

Katerina abrió la boca para contestar el insulto con una respuesta igual o peor. Simplemente alzó la espada en un gesto desafiante no iba a gastar palabras con ese despojo de amante.

Alastair sacó su espada corta forjada en la forja principal, La boca del dios del fuego. Se rió ante la provocación de la noble_Te voy a mandar en pedazos a tu prima, asi entiende quien es el que tiene el poder_Dijo con sorna.

La pelea estaba igualada por los golpes continuos de la marquesa y la velocidad del conde. La ferocidad iba en aumento como la intensidad del fuego que ganaba terreno en el salón. Los guardias intentaron intervenir pero el cadáver de Hyperion los ataco, la novicia Moira manejaba  de manera torpe su nueva muñeca. Deseaba que la pelea acabara de una vez. 




Arcyla se puso sus guantes/manoplas de plata ideales para usar su dominio junto con sus puños. Un guardia tomó a Moira de las manos para impedirle usar su dominio, al no resistirse se acercó un poco mas. La sacerdotisa le escupió en la cara mientras se zafaba con torpeza, el guardia la golpeó tirándola al suelo, el resto de los guardias hicieron un semi circulo entre el conde y la marquesa que estaban peleando con la violencia de dos perros rabiosos. 

La mestre Arcyla dominaba lo que se decia los hilos de la luz o la electricidad. un dominio que era anormal y pocos tenian maestria en el. Su “utilidad” era usada en los laboratorios o las salas de interrogación de los templos. Se decía que ese dominio compartia su campo con el del fuego en Thai-Shun y el dominio de agua en la dinastía esmeralda. Arcyla fue educada por una sacerdotisa anciana sus primeros años en el templo. Pero al morir se volvió autodidacta.  Descubrió que un porcentaje de los maestros de la cadena poseian su domino y se infiltro por varios ciclos en el gremio. Fueron más que fructiferos esos años. Sin embargo, la mestra queria lujos que solo podía obtener con la política y los negocios.

El guardia que había tocado se retorcia en el suelo como un gusano, mientras que el guardia que Moira habia escupido era consumido por el fuego. Moira por su parte, retomó el control del cuerpo del ex Duque que se movia de una manera mecánica. Esta se dirigió a la sala donde se encontraba la condesa y sus parteras. 

Katerina atacaba sin piedad, sus manos estaban negras como garras de lobo. La sacerdotisa Arcyla temía que en cualquier momento la noble colapsara por el veneno. Pero por el contrario parecía que se volvia más veloz. El conde sudaba, maldiciendo a la marquesa, a la dinastía. Empujo con su cuerpo a la marquesa pero ambos cayeron al suelo que se había convertido en una trampa ardiente. No quedaba ningún guardia en pie, Arcyla dejo a la mayoría retorciéndose en el suelo siendo alimento de las llamas. 

La marquesa gritó de frustración, la espada del conde la había alcanzado dos veces dejando su brazo izquierdo inutil. Ya sin poder sostener la espada la arrojó al suelo. Alaistar atacó directamente creyendo que tenia la victoria pero, al avanzar no noto que había una grieta que se ensanchaba velozmente. El piso colapsó en una nube de humo y fuego que trago al conde. El salón caía bajo el poder del fuego desatado, la sacerdotisa y la marquesa avanzaron a la habitación de la condesa que estaba silenciosa. 

Encontraron a las sirvientas, parteras y la esposa del conde en un baño de sangre, el cadaver reanimado de Hyperion remataba a la ultima sirvienta que rogaba piedad.  Moira recorrió con la mirada asegurándose que su trabajo estaba terminado. 

Entre los cadáveres y la sangre, lloraba un bebe. El hijo del conde de Belial había sobrevivido a su prematuro nacimiento y al baño de sangre. Las sacerdotisas se miraron perplejas, Moira rompió lentamente el hechizo del cadáver pero no tocó al infante. La mestre Arcyla envolvió con un mantel ensangrentado  y se lo ofreció a la marquesa que mantenia sus ojos fijos en el umbral de la habitación esperando al capitan del ejército. 

_Mi señora, este es el heredero de Belial_Dijo la mestra tendiendo el niño que lloraba con desesperación._Qué nombre desea ponerle?_Pregunto insegura apelando al sentido práctico de la noble. 

La marquesa resopló con disgusto_ Luca de Kaltian, nuestra emperatriz dira si es o no el heredero de Belial_Contesto con fastidio. Si por ella fuera hubiera  quemado a todo el castillo con sus gobernantes adentro. Resolver el problema de raíz como habia prometido a su gobernante. 


13 jun 2023

Las cadenas son la salvación II

 



Continuación de Las cadenas son la salvación

El cielo oscurecía lentamente dando paso a las lunas fantasmas que apenas se ven por el humo de las forjas. La marquesa contemplaba la ciudad desde la ventana del cuarto de baño, mientras las sirvientas terminaban preparar su baño con agua caliente; diversos jabones y elixires. La costumbre dictaba que la sacerdotisa a su servicio debía acompañarla pero al igual que su prima despidió a la novicia Moira para bañarse en soledad. 

Las forjas se distinguen por su resplandor rojo-dorado, las más grandes se encuentran dentro de la fortaleza en ella trabajaban cientos de artesanos y herreros. El fuego dominado por la magia de los maestros del metal ardía noche y día. El castillo, epicentro de la ciudad, donde nobles y campesinos se mezclan para llenar de gloria a Belial. Según los reportes de los espías es un lugar fácil de burlar la seguridad mágica asi como de los guardias.





Katerina se sacó la ropa con dificultad, sus huesos le dolían, sus musculos estaban duros por los dias de cabalgata. Estudio el montón de ropa manchado con barro y sangre, debia tirar esos harapos y elegir que usaría en el viaje de vuelta.Tal vez la ropa de uno de los soldados. Sonrió ante la cara de horror que pondrían las nobles del consejo cuando llegara a la capital. Aunque para eso faltaba varios ciclos. 

El agua perfumada aflojo sus músculos, suavizando su piel plagada de moretones y cicatrices que mantenía ocultos desde hacia años. Sus manos tenían callos en las palmas como un mensajero o jinete. La marquesa contenía su llanto pronto tendría otra misión que terminar y otra, hasta que sus huesos se rompieran o su mente colapasara. Le rezaba cada día a Cassia para que ese día llegará pronto. Suspiro tratando de reprimir la angustia que trataba de escapar de su pecho como un animal salvaje. Mordió su antebrazo pero las lágrimas escaparon igualmente. El dolor que la mantiene cuerda se había vuelto adictivo. La sangre y las infames lágrimas se mezclaron con el agua. Respiro hondo, limpio su rostro tratando de borrar todo rastro de su dolor aunque sospechaba que nunca sería suficiente. Ni todo el maquillaje en el imperio podia tapar su duelo.

Odiaba sentirse así esas emociones solo la estorbaban para cumplir con su deber. Prefería la ira o el odio. Eran sus mejores espadas y con ellas podía conquistarlo todo. O eso creia. Deseaba ser la mujer que su madre había sido: la poderosa estratega que dio su vida por el imperio. Sin embargo, como le había dicho su sacerdotisa personal en algún momento debía llorar sino ese amargo río se desbordaria llevandose consigo su cordura. No podía evitar pensar que su deseo de justicia nunca iba a ser cumplido. Maldito Tyr de Behemoth y toda tu familia! Maldito el día en que te vi! Cuando la emperatriz firmó su divorcio, él había saqueado el tesoro y las tierras aledañas a las de ella dejándola sin nada. 

Perdida en sus lamentos, la noble no noto que sus pies estaban rojos así como sus rodillas. Mareada trato de enfocar pero las lágrimas combinadas con el vapor lo volvían una tarea imposible. Salió de la bañadera con las manos carmesi, quiso gritar, llamar a la novicia Moira pero la nausea se lo impidio, un liquido negro como brea salia de sus orejas, sexo y nariz. Cayó al suelo con espasmos de dolor, la puerta se abrió y vio una túnica verde. Aliviada dejó de luchar y perdió el conocimiento. La novicia Moira contemplaba el cuerpo de  la noble lleno de cicatrices y cubierto de su propia sangre. No podia dejar de verla, la espantosa muerte apoderándose de ese cuerpo maltrecho. Ver los efectos de los venenos en acción es una lección valiosa para cualquier sacerdotisa. Se preguntaba que componentes habian usado, las medidas y antídoto. El grito de horror de Arcyla la sacó de su contemplación.

Sacaron a la marquesa del baño envolviendo su cuerpo con las sábanas, Moira busco su maletín de trabajo entre los frascos color ámbar y bloques de hierba compactos. El veneno que actuaba por piel es un desafío para cualquier sanador, el medidor de su habilidad para salvar a su noble a cargo. Le entusiasmaba el reto aunque en esa ocasión debia priorizar la seguridad por la curiosidad. 





Unto un pedazo de sábana con un líquido dorado y un ladrillo verdoso que olía a putrefacción, pasó el trapo por el pecho y los brazos de Katerina. Mientras que Arcyla hacia lo mismo con las piernas y pies. La piel de la noble cambio a un rosado intenso, el veneno estaba siendo expulsado poco a poco. El cuarto de baño parecía un matadero de un carnicero novato, el olor perfumado mezclado con los vomitos apesto la habitación. Arcyla abrio la ventana  tratando de respirar sin hacer arcadas.

En la cama la marquesa colapsaba nuevamente vomitando bilis negra. La novicia Moria le dio de beber todo un frasco de líquido verde que casi ahoga a la noble. Esperaban que el veneno sea expulsado completamente; solo podían rogar que Cassia se apiadara de la vida de Katerina. Después que los vómitos y los espasmos cesaron Katerina durmió con una camisa fina, lo único que tenía limpio. 

El sonido de la puerta las sorprendió, las sirvientas tenían el baúl de la marquesa. Es de cuero rojo con engarces de hierro gastado común en apariencia pero protegido con magia de sigilos. Moira supuso que debía ser de la época anterior a La rosa dorada. Actualmente nadie leía los sigilos mucho menos los podían escribir o ejecutar. Mucho se perdió en las purgas y revoluciones. Las criadas miraron a Arcyla que las expulsó de la habitación. Los susurros y las risas nerviosas preocuparon a Moira. Alguien había planeado esto de manera apresurada,  la muerte de un miembro de la dinastía en este momento sería visto como una demostración de poder en el  mejor de los casos, en el peor; una declaración de guerra y insurrección. 





Arcyla se sentó cerca de la cama vigilando que la marquesa durmiera correctamente._La guardia obsidiana me envia_Dijo con cautela. No se sentía segura en ese castillo. Nunca habia asistido a una corte tampoco había estado a las órdenes de un duque o un marqués. La mayoría de las sacerdotisas consideraba la meta mayor trabajar para un noble en lo posible para toda la vida. Arcyla debido a su dominio y su crianza en la Isla trabajo en contrato con gentes de diferentes gremios y comerciantes. Moira por otro lado, hubiera sido feliz en los laboratorios de los templos pero su talento la llevó a las entrañas del palacio esmeralda siendo la madre imperial su tutora, preparándola para su rol junto a la luz del poder.

_Lo supuse_Contesto Moira. Continuo limpiando la piel de la marquesa, busco paños evitando tocar la piel de la noble_Como veras esto no será una misión fácil _ Con uno de los frascos guardo un poco del agua de la bañera. Tendría que analizar que tenía para preparar un antídoto efectivo. Aunque la marquesa había dejado de vomitar y su piel gradualmente habia vuelto a su color habitual. Una recuperación milagrosa que la sacerdotisa prefiere ignorar por el momento.

Arcyla asintió _ En el ala Este se encuentra el suegro del conde_ Informo preocupada.  Si los susurros eran ciertos estaba con la responsable de la caída en desgracia del duque de Morthyth. Observó atentamente a Moira así se veía una hacedora de muñecas. Ahora entendía porque la enviaron a ayudar a la marquesa. En el medio ciclo que pasó en el castillo fortaleza pudo trazar planes de escape y ataque. Los rumores, secretos y mentiras que alimentaban los fuegos impíos de esa ciudad estado. Los habitantes de Belial conectados inevitablemente con los maestros de la cadena o los jefes de sindicatos estaban disconformes con el conde. Abusivo con sus impuestos y tiránico con el trabajo, muchos miraban con ojos furiosos a su gobernante y a su esposa que su llegada coincide con los males que cada día amargan  las bocas de cada hijo de Belial. 

Los sacerdotes de Asteth, dios del fuego y la ira, predicaban el amor por las forjas de día y maldiciones veladas contra el conde. Los seguidores del amo de las llamas secretamente eran recompensados por las sacerdotisas de Cassia por la condenación del conde Alaistar.





_El desierto no lo quiso como recompensa_Dijo con resignación. Moira trataba de resolver un problema a la vez. Salvar a la noble, escapar del castillo y volver a la capital._Tenemos que mover a la marquesa fuera de la ciudad y contactar con el ejército carmesí. Antes que intenten algo menos sutil _ Arcyla la miro disgustada, no podia disimular su enojo. Abandonar la misión era algo vergonzoso y dañaba su título de mestre de la isla. Sin embargo, las jerarquías no servían en algunas excepciones como este. La sacerdotisa imperial estaba por encima de muchas hermanas, mestras y dominadoras. Es como una regla no dicha que quien guiaba al emperador de turno era quien Cassia le hablaba directamente. 

_Hay que devolver el  favor_Dijo la marquesa con la voz ronca. Sus ojos amarillentos brillaban como estrellas en su cenit_A la media noche tendremos al ejército carmesí en las puertas de la fortaleza para llevarnos a la justicia a Hyperion de Marat_Se levantó lentamente como lo haría una anciana. Ambas sacerdotisas la observaban con preocupación el plan de la noble era demente, eliminaba cualquier intención de mantener a Belial como una ciudad-estado leal. A menos que se pensara en un cambio de mando  donde un pariente de la dinastía tomara el control de las forjas y sus armas. Katerina abrió el baúl con dificultad, los sigilos resplandecían como grabados por fuego. Le dio un frasco con un contenido naranja brillante a la mestra Arcyla que lo tomo con aprensión._Medio frasco nos va a dar tiempo, para cuando lo descubran no van a poder detenerme_ Con gesto vago de la mano despidió la joven que corrió hacia la puerta, dudo en decir algo pero se fue silenciosamente. 

Moira terminó de mezclar remedios y le tendió el antidoto a la marquesa que sacaba un vestido de gala negro, este era ajustado con detalles en dorado. Discreto pero lujoso ideal para la cena de esa noche._Le recuerdo que estamos en una misión diplomática, el conde es, era muy estimado por nuestra emperatriz_Recordo la novicia._A veces se necesita más que el amparo del velo de Cassia para triunfar marquesa _

Katerina tomó de un trago el remedio, era amargo al punto de hacerla toser del asco. Quiso reir pero su voz sonó como un quejido moribundo._Estamos para obtener la lealtad de Belial por cualquier medio. Y eso es lo que vamos a hacer_Contestó de manera prepotente._El conde ya no tiene ningún lugar en el corazón de la Luz del poder, es una cadena inutil que solo trae desgracias al imperio. Tenemos que liberar a Belial y sus fuegos de esta maldición_ Las palabras de la marquesa son el espejo de su dolor. La ira que tanta amargura le causaba le daba fuerzas para seguir. Belial acataría la voluntad imperial o ardería en si misma hasta morir en el olvido._Ademas el tiempo de las palabras bonitas llego a su fin_ Dijo con ironía. 





_Espero la liberación de Belial no tenga un precio tan alto como su vida, marquesa Giska_Contesto la sacerdotisa Moira mientras acomodaba  la ropa interior y los zapatos. Ayudó a la marquesa a vestirse mientras el cielo oscurecía lentamente. El calor de las hogueras principales se podía percibir en el piso y las paredes del castillo. Moira se lavo el rostro y se cambio el hábito por uno limpio, negro sin detalles. Ese podia ser el día que vería el rostro de Cassia. En sus años de formación en el templo principal, las mestras les advertían en la obediencia a los nobles y cuando esa obediencia se volvia una carga insostenible. Como necromante entendía las mecánicas de la muerte, como persona anhelaba caminar nuevos caminos en ese mundo más alla del imperio creado por gracia de la diosa.  

La mestra Arcyla volvió para acompañarlas a la cena ya se encontraba cambiada con un hábito verde brillante en detalles plateados. Moira hizo un gesto de disgusto sin esconderlo, Katerina termino de acomodar su espada a la cintura_Una fiesta? ahora?_Dijo con credulidad._Escoltenos pero manténgase fuera de vista y preparada para una salida rápida.  No sabemos cuando las cosas pueden salirse de control _Advirtió.

Las tres mujeres caminaron con parsimonia con la marquesa a la cabeza, el castillo estaba agitado; la condesa había empezado el trabajo de parto antes de lo esperado, faltaban 5 ciclos para el nacimiento. Las sirvientas corrian de un lado a otro hablando a los gritos, las parteras y sanadoras se encontraban reunidas en la habitación de descanso, la condesa de Belial estaba en un charco de agua y sangre por lo que decían.





En el comedor principal estaban los nobles tomando y apostando el sexo del infante. En el centro de eso estaba el conde. Su rostro oscurecido por el miedo. Toda la corte estaba alli esperando el nacimiento, el calor es asfixiante como si las hogueras iracundas acompañaran ese suceso. 

Los gritos de agonía de la parturienta son un eco que se perdía en la cena animada por la corte. Katerina luchaba por mantenerse en pie, el agotamiento y el veneno socavaron su cuerpo dejándola solo con su voluntad y obstinación. La noble avanzó pero los guardias le impidieron avanzar a las sacerdotisas, la novicia Moira y la mestra Arcyla de Chian se encontraron rodeadas de guardias. Por uno de los pasillos surgio  el suegro del conde, el Duque caído en desgracia; Hyperion de Marat. Su rostro ajado por el desierto parecia un espectro de arena.  Su mano derecha se mantenia en la espada esperando el momento para atacar, sus ojos ardian con odio hacia la marquesa y la sacerdotisa imperial. El conde Alaistar sonreia mostrando los dientes amarillos y los labios oscuros por el vino, ignorando los alaridos de su esposa. 

En tiempos de guerra y traición, la venganza era el banquete que todos anhelaban. Que mejor burla a la niña emperatriz que la muerte larga y dolorosa, de su odiosa prima y la novicia necromante que le obedecían.  


2 may 2023

Las cadenas son la salvación



Continuación de Bajo la luna escarlata II


Belial, Ciudad del fuego y la ceniza, metal y carbón. La actividad frenética de sus forjas es un espectáculo fascinante para los visitantes. Las chispas bañando el suelo, las llamas de múltiples fraguas, naranjas y rojos. El reflejo de las hojas metálicas como promesas de espadas producto de la maestría de siglos de los herreros de la ciudad. 

La marquesa Giska y la novicia Moira avanzaban con sus ojos puestos en el castillo. En las puertas principales se encontraban caravanas de nobles de otras ciudades. La austeridad de ambas mujeres es un insulto a los nobles que lucían su fortuna. Los guardias ocupados con el flujo de gente las hicieron pasar sin anunciarlas. 




Katerina sintió la indiferencia de los demás nobles como una incómoda bendición. El agotamiento del viaje sumado a la tensión las habia agotado por lo que se dejaron guiar por la masa de personas que caminaban hacia el interior del castillo-fortaleza. El salón de audiencias amplio como un templo se encontraba lleno, el murmullo y el olor a grasa, caballo y carbón es imposible de ignorar. No solo había nobles sino artesanos y aprendices, sacerdotisas y algún miembro del gremio de la cadena que trataba de ocultar sin éxito sus tatuajes. La novicia sentía curiosidad y odio por partes iguales. Cuando era niña, la Rosa dorada, abuela de la actual emperatriz había expulsado a todos ellos del Imperio después de la rebelión que cobró las vidas de incontables sacerdotisas y mujeres con dominios. Los maestros de la cadena decían que traían la libertad, una libertad que solo la disfrutaban los muertos. Busco inconscientemente su daga oculta en los pliegues de su hábito, buscando seguridad o pensando como escapar de esa habitación. Pero se recordó a sí misma quien era y cuál era su misión. La marquesa no había notado al hombre del gremio, estaba ocupada hablando con un noble que la había reconocido y por el rostro consternado del hombre su visita no era esperada o querida. Le resultaba curioso como los nobles se esforzaban por obedecer a un miembro de la dinastía esmeralda, aunque se encontraran resentidos con ella. La ejecución del león de Loth resultó agridulce para todos recordatorio que el poder estaba en la capital Imperial. 

Hacía más de tres generaciones que la familia gobernante de Belial no tenia conexiones directas con la dinastía. El padre del conde lo sabía también su hijo. Aunque el matrimonio con la heredera de Morthyth fue sido bendecido por la misma emperatriz nada les garantizaba el control de la ciudad-estado. La noticia de la desaparición de Hyperion de Marat se había expandido por el territorio como la peste. La marquesa avanzó con seguridad y la arrogancia de su estirpe, su vestido negro se encontraba sucio y desgarrado por el viaje. Los nobles se apartaban tapando sus narices señalando sin disimulo las huellas de barro y estiércol que dejaban las botas. 




Moira seguía de cerca a la noble con su velo tapando parte de su rostro, el conde de Belial tenía sus manos ocupadas con una copa. La novicia pensaba en las promesas de amor y las horas que la emperatriz tuvo ese hombre. No lo había entendido en ese momento, tampoco lo entendía ahora. Los dramas amorosos de la corte no era de interés para novicia, tampoco su prioridad.  No sentía el mismo enojo que la marquesa fallaba en ocultar mientras se acercaban. La novicia sentía cariño por Elis entendía su dolor y  carga pero su mente no lograba encontrar una explicación coherente a la turbulenta relación de la emperatriz y el conde. Aunque lo racional no puede medir lo que dicta el corazon. De sus 12 años de servicio fue testigo del romance prohibido por la madre imperial,  la fuerza del consejo de las flores y la determinación de la Luz del poder para obtener el trono. Todo eso la habia preparado para su deber, uno que poco tenía que ver con sus deseos, sonrió era una ironía que lady Satine le señalaba siempre que podia.

El rostro de la marquesa se veia demacrado aunque había tratado de disimularlo con maquillaje aplicado al trote del caballo. Existía el rumor que una enfermedad incurable aquejaba a la prima de la emperatriz pero nadie podía confirmarlo. Incluso para la dinastía es un misterio, solo podían notar su deterioro físico y su agotamiento mental. Cuando cabalgaban noto los brazos de la noble tenían cicatrices de latigazos y llagas bucales que sangraban constantemente. Cada vez que la miraba Moira recordaba a las muñecas que fabricaba, una ilusión de vida.  

El regimiento que las acompañaba esperaba en los límites de la fortaleza con las órdenes que enviar un mensajero dos veces por día. Además de controlar quien ingresaba o salía de la ciudad. Ordenes expresas de la marquesa previendo la tormenta que amenazaba con desatarse de un momento a otro.  




El conde Alaistar se enderezó en su trono incómodo por la mirada fija de la noble. El mayordomo del palacio, un hombre mayor de cara rechoncha saludo a la marquesa impidiéndole avanzar. Katerina ignoró al mayordomo manteniendo su mirada en el conde que trataba de evitar el escrutinio de la noble. La enemistad  entre ellos es palpable asi como la actitud despreocupada del ex amante de la emperatriz. La nueva condesa de Belial intentaba llamar la atención de su esposo sin éxito. 

Como sacerdotisa, Moira debía aconsejar a su noble pero tenia en claro que Katerina no iba a escuchar nada de lo que ella dijera. El padre del conde  se encontraba fuera de la corte al parecer en los límites de Tamaran. El mayordomo buscó la mirada de su amo buscando apoyo o algún tipo de orden para contener a la marquesa pero el conde simplemente se revolvió inquieto en su trono improvisado. Con un gesto vago, permitió que la noble siguiera avanzando para sorpresa  de  todos los presentes. 

Del fondo de su bolso de viaje la novicia sacó una comanda imperial con un sello rojo con la llama imperial. El ruidoso salón se silencio de golpe mientras la marquesa mantenía su mirada sobre el conde esperando detectar alguna debilidad o reacción. La novicia Moira leyó la carta con voz clara y átona, las palabras retumbaban en el salón con la tensión creciente,  traición, deber, obediencia. 

Alaistar siguió tomando vino sin mirar a ninguna de las mujeres parecia aburrido, con fastidio espero que la sacerdotisa terminará mientras los nobles se mantenian expectantes.  Al terminar ambas mujeres sabían que dejar la guardia carmesí en las puertas de la ciudad habia sido un error. 

_Nuestra emperatriz conoce a Belial, sabe que nuestra lealtad es como nuestras forjas, siempre al servicio del Imperio_ Afirmó burlonamente Alaistar dejando la copa en la mesa_ ¿Como confiar en una corona que envia a su pariente a contar el humo que producen nuestros fuegos?_ La mayoría de los nobles rieron discretamente. La flamante esposa del conde rió ruidosamente mostrando con desparpajo su hinchado vientre. No era ningún secreto que el conde habia pasado parte de su niñez en el palacio esmeralda junto con los retoños de la dinastía. La antipatía hacia la marquesa tenía raíz desde esos días, la sacerdotisa rogaba que ambos se comportaran como adultos y no como los niños caprichosos que solían ser. 

La marquesa desabotono su chaqueta sucia del viaje poniéndola en la mesa enfrente del conde que tapó sin disimulo su nariz. El olor a caballo y tierra se extendió como incienso por el salón. _Tu emperatriz me envía a recordarte tu deuda con el imperio_Contesto mientras repasaba con la mirada la corte que no se movía. Los guardias esperaban silenciosos la orden de atacar o neutralizar lo que alterara a su señor. Sin embargo, el ex amante de la emperatriz aclaró su garganta  tratando de ganar tiempo. _Nuestra emperatriz sabe que Belial no carga con las deudas que alguna vez contraje con ella_ Susurro el conde.  La esposa del conde sonreía burlonamente iba a hablar pero su esposo apretó su mano, avergonzada lanzó una mirada rabiosa a la marquesa.

La novicia Moira sudaba sentía que su corazón iba colapsar por los nervios. ¿Como iba a imaginar que la situación escalara tan deprisa?. Como enviado por Cassia un mensajero corrió hacia el conde Alaistar, la cara del mensajero estaba blanca como si hubiera visto debajo de la falda de Cassia. La expresión de terror se intensificó cuando vio a la marquesa como si el heraldo de la muerte lo esperara en cuanto entregara el mensaje.

Moira intentó leer los labios para obtener alguna pista pero los guardias formaron una pared entre ellas y su amo. El mensajero desapareció asi como la esposa del conde, cuando los guardias se movieron la expresión del ex amante de la emperatriz es enigmática hacia la sacerdotisa._ Deben estar cansadas del viaje tomen las habitaciones del ala norte. Descansen y en la cena hablaremos de lealtad y de la deuda que Belial tiene con el Imperio_La voz del conde es ronca como piedras chocando en el río. No despegaba sus ojos en la novicia que mantenía su rostro tapado. La marquesa asintió cansada dejándose guiar por el mayordomo por los pasillos rojizos de la fortaleza. Moira sintió una inquietud crecer en su interior pero descarto sus pensamientos como pergaminos manchados necesitaba hacer su trabajo sin distracciones. 




En la habitación las esperaban una ayudante de camara y una sacerdotisa de Cassia. La sirvienta iba de un lugar a otro arreglando  lo que la sacerdotisa ordenaba hasta que el mayordomo les ordenó de manera grosera que se detuvieran. _Marquesa Giska estas mujeres estan a su entera disposición, asi como mi persona_Dijo de modo humilde recordando que tenia un miembro de la dinastía delante._ La cena será a la hora del buho con ropas de protocolo _Esto último con preocupación viendo el atuendo de la noble.

_Entendemos la marquesa mandara a buscar al regimiento que esta asentado en la muralla su equipaje_Contesto Moira de manera resuelta. El mayordomo asintió dando la orden de buscar el equipaje del miembro imperial. Se retiro discretamente dando una mirada significativa a la sirvienta que trataba de ignorar la mirada del hombre. 

La sirvienta se marcho discretamente mientras la sacerdotisa de Cassia que le daba ordenes se acerca la  noble_ Soy Arcyla de Chian, dama asistente de la fortaleza_ La joven de cabellos  negros miro alternativamente a Katerina y a Moira.