2 feb 2018

La mano en llamas


Antes de la locura y la sangre derramada, Silas tenía un amor. Era Ophelya de Jorfem, como las llamas de un hogar, su corazón. Pero no era suficiente, El era un mar tormentoso, oscuro y impredecible. ¿Qué puede hacer una dulce hoguera?
Meses pasaron, menguo el cariño y la pasión. El emperador era la destrucción y la joven esclava era la piedad de la diosa. La indiferencia es el peor de los verdugos y Ophelya quedo en su yugo. Poco a poco la amargura y el odio contamino su mente,
Nació la pequeña Elis, luz de su madre y su condena. Los susurros del harén eran un zumbido de animales sedientos de sangre y muerte. La única hija del Emperador viva a pesar de los venenos, mentiras y sogas que querían su cuello. La concubina de ojos cálidos era su sombra protectora, madre y exterminadora de enemigos.
En la recamara del emperador, este agonizaba mirando con sorpresa el determinado y bello rostro de su olvidada amante. _¿Me amas todavía? Mi Silas_ Pregunta con tristeza, mientras ve a su Señor sangrar _¿Pudiste olvidar mi rostro, mi lobo?_ El silencio era la única respuesta para la mujer. 

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