3 mar 2022

El lado oculto de la luna púrpura


Continuación de Invierno en su corazón y Las sombras de los templos

 

El patio interior de las camaras privadas del Emperador cambiaba dependiendo de quien ocupaba el puesto de emperador. Durante el gobierno del padre de Silas, Tarlind de Loth, la fuente era de piedra lunar gris, toda la vegetación era cortada de manera prolija y no se permitían flores de ningún tipo. En los tiempos, del Noble destructor la fuente se dividio en 4 más pequeñas de bloques de los templos destruidos del gremio de la cadena. Las plantas eran carnívoras o venenosas, solo permitian animales como serpientes, arañas-tigre y buitres del desierto del Principado de Morthyth. 

En el caso de Elis, decidió que ese patio fuera una réplica del antiguo patio de las cámaras de las concubinas favoritas. Una fuente blanca con estatuas de ninfas de los ríos, las flores blancas de las enredaderas que crecian sin control, perfumaban el patio. Si bien se ordenó que se sacaran las mascotas del patio. Las plantas y flores ponzoñosas se mantuvieron entre los arboles frutales y la hierba medicinal. 

Sentados en los bancos de mármol blanco, la emperatriz, su madre y su hermano, el príncipe Zulficar tenian un picnic. En una distancia prudencial, las sacerdotisas y Satine, vigilaban que la reunión se desarrollara sin contratiempos. La novicia Moira escribia a toda velocidad las comandas imperiales, mientras Lady Satine leia cartas o decretos. Comiendo dulces estaba la novicia Beatrize y Velmor quien parecia aburrido con la situación. Sentia que vigilar un almuerzo familiar era un desperdicio de su tiempo. 




 

El príncipe le servía el té a su madre que disfrutaba de un bollo dulce, su boca estaba cubierta de azúcar rosada. Sonrió con agradecimiento. Elis cortaba de manera aparatosa, la torta del festejo de la cosecha, la joven no podía evitar que el relleno de crema azucarada se escapara por los lados. 

_Extrañaba esto_ Dijo con melancolía Zulficar, miro a su hermana con pesar. Solo podía imaginar el peso de la corona. Sin embargo, sentia un sabor agridulce en su boca. Su pequeña hermana es la cabeza de su dinastía y no él, el primogénito de Silas. 

_A veces maldigo el día en que gane el torneo _Replicó con amargura la emperatriz. La torta se encontraba mutilada y el dulce se habia derramado por todos lados. Lamia sus manos sin vergüenza. El torneo de la corona, en el que participaban los hijos del emperador, el ganador es el heredero de la corona. No importaba si era el primer o último hijo, mujer o varón. Su mirada estaba puesta en los cabellos grises de su madre, tratando de recordar a la mujer fuerte que mantenia a la corte bajo su control. Sentía una angustia que la ahogaba. Todo un mundo a sus pies y no hay espada que pueda devolverle a su madre, la mujer que estaba sentada con ellos era apenas la sombra. Un recuerdo que se desvanecia poco a poco. Aunque queria aplazarla, debia tomar una decisión.  




_Yo maldigo el dia que conoci a Silas_Respondio su madre, su voz sonaba clara y fuerte. La neblina de la locura se habia disipado. Ambos hermanos se sorpendieron, nunca habian escuchado a su madre decir algo negativo de su padre, ni siquiera cuando desató su crueldad con ella_No maldigo sus nacimientos, o el de sus hermanos. No_Siguio mientras tomaba un sorbo del te_Solo deseo que la corona no exista, de que sirvió todo este baile? Si solo los huesos bailan?_ Hizo la pregunta con pesar. 

Ninguno de los dos pudo responderle algo, sentian que esos momentos de lucidez de su madre eran peores que los de locura.

 La corte se mantenía expectante ante la eminente caída de Ophelya, disfrutando de la desgracia y viendo a la familia imperial tambalear. No era secreto que la madre de la emperatriz manejaba los hilos del consejo de las flores y a través de sus hijos varones, el consejo de hierro. Era el poder detrás del poder. Pero esos dias estaban contados, la emperatriz debia mostrar la fuerza y no la demencia de la dinastía esmeralda.

Se mantuvieron charlando de las festividades, riendo y comiendo como una familia. La mirada expectante de la corte era intolerante. Los rumores de la guerra se volvian fuertes y se filtraban sin pudor en todas las conversaciones de la corte. 

Zulficar queria abordar el problema de Loth y el problema que involucraba dos de las ciudades-estados. El romance fallido con el Conde de Belial, era la excusa que se decia, había dañado la razón de la emperatriz, para poner su ojo vengativo en aquellas tierras. 

_Hace meses que no veo a tu padre_Suspiro Ophelya,  tomaba el te de manera lenta saboreando cada sorbo_La rebelión en las ciudades-estado lo estan consumiendo _ Siguió hablando ante la mirada atónita del príncipe y la emperatriz. Su madre habia olvidado la muerte de Silas, la presencia del fallecido emperador permanecia en su mente. Zulficar le sirvio más te_ Lo siento madre, nos quedamos sin la infusión de yerba buena_Dijo mientras se paraba con la tetera vacía en sus manos._ Preparare más_ Se levanto de manera torpe, sus manos apretaban la tetera como si fuera un salvavidas. Elis se unió a su hermano en la mesa donde tenian los ingredientes y el quemador de llamas narajas. 




_Esta empeorando_ Declaró el principe mientras machacaba las hierbas con violencia. No queria que su hermana viera sus manos temblar, no podia someterla a más presión y angustia._ Tenemos que avanzar con la toma de poder, ya no se puede aplazar un ciclo más_ 

El tono de reto de su hermano mayor, su mirada concentrada en la preparación de la infusión molestaron a la joven emperatriz. Queria reemplazar a su madre, para dominar los consejos mientras, su hermanita jugaba a la emperatriz. Sonrio con amargura, no podia negar el hecho que habia perdido a su madre en los laberintos mentales que habia recorrido su propio padre. Tambien sabía que su hermano mayor deseaba el poder pero no quería lastimarla en el proceso. El amor es un arma de doble filo, repetio su madre una y otra vez.




Se preguntaba cuanto control creia su hermano tenia, quien era el para aconsejar o tomar decisiones referentes a su familia. Vio la silueta de una mujer vestida de colores oscuros, su prima Katerina tenia un semblante relajado, casi feliz.  

La marquesa Giska se acerco con el embajador de Tai-Shum, traia en sus manos una modesta bandeja plateada en ella, habia dulces y quesos del festejo. Podia oir la melodiosa voz de su prima explicando la tradicion del festival de la cosecha a extrajero. Su hermano derramo la mitad del agua hirviendo en su mano derecha, maldijo por lo bajo mientras unos sirvientes se acercaron a arreglar el accidente. Las sacerdotisas y Lady Satine miraban ansiosas esperando ser llamadas. 

Se inclinaron ante ellos con el respeto que la familia imperial merecia, Zulficar tomó la bandeja delicadamente, rozando los dedos de Katerina. Esta sacudio su mano sacando restos de agua inexistente. Sonreia con calidez pero sus palabras suenan huecas, sin emoción.  

_Lady Satine, novicia Moira_ Llamo Elis, chasqueo sus dedos con arrogancia. La noble y la sacerdotisa se acercaron rapidamente casi como dos fantasmas. Estas entregaron dos cartas con el sello imperial. Uno le dieron al principe_Querido hermano, tenes razón, hay que avanzar con la toma de poder. Pero primero hay que resolver el problema de los traidores_Dijo con determinación_ Iras a Loth a ayudar con la transición de poder que dejamos trunco_ Le dio una de las cartas, era una orden directa. El principe asintió mudo, sorprendido y furioso.

_Prima, tu habilidad es necesaria en Belial. Confio en que te encargaras de que su conde recuerde su lealtad al Imperio_ Su voz se volvio gélida._ Despues de eso, bendeciras en mi nombre a la familia Oshunm de Titania, los nuevos regentes de Morthyth_ 

La marquesa tomo la carta con tranquilidad, alejarse de la corte es un alivio. Pero a la vez sentía el juicio de su gobernante en sus hombros.


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