11 abr 2024

Una noche cualquiera en Thai-Shum II



Continuación de Una noche cualquiera en Thai-Shum

 _Entonses te contrato la pequeña Arcyla_Concluyo el oficial Kamoho. La capitana le contó la misión que se llevó su barco, tripulación y su voluntad. El nombre de su hermana y el velo verde que portaba le daba una seguridad a su historia. No estaba segura de soportar un interrogatorio más. Todo sea por desviar su mente de los recuerdos, de otra Hipolita y otro Kamoho.

El secretario escribía sin despegar los ojos del escritorio, entregando las comandas a su oficial con reverencia. Firmó algunas y otras se las devolvió con un gesto tranquilo.  

_No vale la pena que nos ejecuten, solo somos meros peones_La capitana sentía un cansancio grande como su desesperanza. Nunca había sido buena con las palabras, solo lo que podían alcanzar sus manos valía. Siempre fue así. _Fedra está como garantía de pago del Imperio, necesito recuperar mi barco_ Omitio que la general es miembro de la guardia obsidiana. Una parte de ella sentía que toda la distancia y el tiempo habian tallado un abismo entre ellos. Tal vez subestimaba los recuerdos o el rencor de su exnovio. O el peso de la culpa en su corazón. 

El oficial coloco la pluma en el tintero sin dejar de mirarla, sus ojos negros como la ultima vez. Sus palabras volvían a ella, Puedo estar seguro de pocas cosas pero, solo sé que vas a sobrevivir sea cual sea el precio. De golpe, Hipolita podía recordarlo todo. Incluso las cosas que creía que eran un error en su mente. El uniforme de la guardia especial resaltaba su boca fina y la dureza de su mentón. La máscara blanca esta a su derecha y el tintero a la izquierda en perfecta alienación. 

_Una ejecución es mucho papeleo_Dijo con voz gélida. Comenzó a llover suavemente oscureciendo la habitación, esa media luz ocultaba la expresión de culpa de Hipolita._La chica, la de las llamas, es de interés para nuestro Kaiser_Continuo mientras esperaba que el secretario terminara la siguiente carta._Bah, no nuestro Ilustre monarca Tohiba. Si no, su reverenda madre Yohan_ Torció la boca con disgusto. 




_Ese vejestorio sigue en pie?_La capitana no pudo evitar decirlo. Era sabido desde la costa soleada de Tamaran hasta la bahía Silenciosa del reino de Mantor, que el gobernarnte real de Thai-Shum es la reina madre Yohan de la dinastía del tigre. La octogenaria abuela del Kaiser Tohiba hizo una promesa que iba a ver pasar emperadores de la dinastía esmeralda como dedos tenia en su mano izquierda. La coronación de la luz del poder fue la número tres, se solía apostar cuando era el ciclo que la madre Yohan vería a los ojos a la Diosa Cassia. 

Ambos sonrieron parecía que nada habia cambiado, por un breve momento sintieron alivio. El secretario desapareció por una discreta puerta de madera. El sonido de la lluvia sobre las piedras del patio es un arrullo dulce, embriagante. Apenas podía distinguir los rasgos de su ex novio._Finalmente pudiste comprar Araña de Mar?_Pregunto esperanzado. 

_No _Respondió con amargura. Hipolita no podía evitar la amargura tomará su voz_En el momento que tuve el dinero, se habia convertido en un barril podrido._Siguo. La pena de ver a la nave que le habia dado todo ser un despojo de decadencia fue grande._Thanatos es_Recordo que habia perdido su tripulación_ era mi primer oficial_

Kamoho apreto sus labios, reprime sus palabras como siempre. Pensó Hipolita._La nostalgia no trae ningún beneficio_ Dijo para sí mismo._Trabajando para el Imperio, eso si es una novedad_La capitana hizo una mueca de vergüenza. Trato de reír pero recordó como se unió a la tripulación del Cobra Dorada dejando a Kamoho atrás. Una bolsa de oro había sido todo lo que necesitaba para romper con su amor y sus promesas.

_ Cuál es el precio para seguir nuestro camino?_ Pregunto la capitana sin rodeos. Tal vez Kamoho es oficial del reino pero en el fondo era un pirata de la Isla como su padre, como ella. Imperio o reino, la lealtad estaba con el oro y la plata. 

El suspiro de decepción del oficial fue lo unico que Hipolita pudo captar en la penumbra de la habitación_Nada te cambia Tali_ Podia oir como la lluvia continuaba sin pausa, inundando el patio_Mucho tiempo pense que tu ambición te movia y eso querias que los demás pensaran. Pero me di cuenta_Hizo una pausa, la capitana podía sentir su mirada llena de lastima_Siempre fue miedo. El hambre, la plaga. Te perseguía no importa a que puerto atracaras, cuanto oro o barcos estaban en tus manos. Nunca va a ser suficiente_ 

Hipolita quería gritarle pero le faltaban palabras para explicarle que desde su infancia hasta ahora la supervivencia habia sido su estrella guia. Todas sus acciones eran para y por seguir un dia mas. Tal como su madre les enseño a ella y a Arcyla. Como soñar con otra cosa? 

Un haz de luz seguido del sonido de unos tacones hizo girar a la capitana, una mujer de vestido ajustado entró a la oficina. Detrás de ella estaba una sirvienta con un bandeja con un juego de té color verde y dorado, la luz cálida lleno la habitación. El oficial tenía una expresión entre divertida y confundida abrió la boca pero la mujer hizo un gesto lánguido, la sirvienta dejó la bandeja sobre la mesa y salió de la oficina. 




_Kaho, es hora del té._Dijo mientras servía un líquido humeante en las lujosas tazas. Sus manos son delicadas, blancas y con una manicura roja como su vestido. Se tomo unos segundos antes de servirle a Hipolita que simplemente le agradeció con un gesto._Kaho es diligente con su trabajo pero a veces olvida de serlo con su familia_Siguio mientras se sentaba en el borde de la mesa. El perfume a hierbas cortadas del té se mezclaba con el incienso del perfume de la mujer._Soy Chitorah, primera dama de la casa dragon_Kamoho aclaró su garganta con una mirada significativa que Chitorah ignoro por completo._Y usted es?_ Interrogó estudiando sus ropas sucias y quemadas. Hipolita devolvió la mirada con altivez, si la situación hubiera sido otra, hubiera contestado como lo hacía en los bares portuarios. Pero no quería arriesgarse a comprometer más su situación. 

_ Capitana Hipolita de Chian, dueña del Errante_Contesto escuetamente. La respuesta no conformó a la mujer de rojo que se tomó sorbos cortos sin dejar de mirarla. Quería decirle que nada tenia que temer. Ella era parte de un pasado sin ningún atractivo, una experiencia amarga. 

El oficial le sacó la taza de las manos de Chitorah con un gesto indolente, tomó unos sorbos y hizo un gesto de disgusto._Me olvido que lo tomas dulce_Acoto devolviendo la taza a la mujer sonreía seductoramente_Creo que esta entrevista llego a su fin_Declaro Kamoho, detrás de la capitana dos oficiales que la esperaban_Mañana sabrán el pago por el incidente en la rivera del rió _La capitana asintió sin decir nada, entendía que tendrian esa noche para planear un escape a tierras imperiales. 

Siguió a los oficiales en silencio que la escoltaron nuevamente a la habitación donde la prodigio de fuego dormía por las fiebres del veneno. Fedra se veía mejor pero el cansancio en su rostro así como el vendaje en todo su brazo era imposible de ignorar. 

La general le explicó de manera escueta que Carmilla era alérgica al antídoto del veneno, asi que tardaría más en recuperarse de lo previsto. Le describió como las sirvientas que las curaron se gritaron por media hora acusandose mutuamente  de ineptitud hasta que descubrieron que la pródiga no toleraba el remedio. En ese lapso Fedra apenas podía hablar ya que el veneno la incapacitó de una manera, maravillosamente efectiva. 

_Quieren a la prodigio_ Dijo la capitana mientras se sacaba las ropas quemadas y se ponia las tunicas limpias que les dejaron._Si tenes algun plan seria momento de usarlo_ Tenia la esperanza de que el verde de Cassia las esperaba en algun rincon de este lugubre lugar. 

Fedra se recostó en una de las mantas, en cada movimiento una queja. El cuerpo le dolía como nunca._ Lamentablemente, vamos a tener que contar con las buenas relaciones diplomaticas del Imperio con Thai-Shum_ Dijo en tono acido.

Escucharon gritos en barokes, tambien una docena de personas corriendo de un lado a otro. El tono apremiante de las palabra pusieron en alerta a las mujeres. Hipolita se pego a la puerta de madera desgastada para entender. Miro con extrañeza a la general que estrujaba con violencia su manta_Que dicen? Capitana?_ Interrogó apremiante.

_No estoy segura_Confeso Hipolita confundida. Temia que su conocimiento del idioma fuera realmente ineficiente_Hablan de guerra y Imperio_


12 feb 2024

Una noche cualquiera en Thai-Shum



Continuación de El festival de las bestias

Se decía que el viento en Thai-Shum cargaba con los secretos de sus ciudadanos. En la frontera que llegaba al río principal, se encontraban disimulados por la vegetación los puestos de vigilancia. Desde hacia 6 km seguían una embarcación que parecía estar a la deriva con sus tripulantes apenas visibles. 

Fedra y Hipolita confundidas sospechaban de la prodigio que sonreía de manera maniática. La capitana podía sentir los ojos de los soldados escondidos, las máscaras coloridas le dio una idea donde estaban. Fedra trataba de interrogar a Callista que saludaba con desparpajo a sus vigilantes como una estrella a sus admiradores. Una serie de máscaras  se asomaron por las ramas bajas, tentadas por la curiosidad o dispuestas a atacarlas. Fedra tomó uno de los remos y se los arrojó, pero las máscaras desaparecieron antes que el remo llegará a su objetivo. La prodigio chillo ofendida antes de poder hacer algo, una serie de ganchos de abordaje se clavaron en el barco. Arrastrandolas a la orilla. Hipolita, desarmada y agotada por el viaje, miro los ganchos con resignación. Si los sacaba el barco estaría lo suficientemente dañado para hundirse sin remedio, si no los sacaba serían capturadas por los dueños de las grotescas máscaras en la orilla. Morir ahogadas o lo que les esperaba en la orilla. Sentía la tentación de arrojarse por la borda abandonando a la prodigio y a la general. Pero era tarde para eso, muy tarde. 

Las mascaras de color rojo, negro y blanco se acercaron a la orilla mostrando cuerpos con tunicas negras. Es imposible de saber si son hombres o mujeres ya que las figuras parecían ligeras como pájaros posados en las ramas pero lo suficientemente fuertes para arrastrar al barco a la orilla sin esfuerzo. La pródigo saltó a la orilla, uno de los enmascarados la capturó en el aire atrapándola en la arena oscura. Una columna de fuego surgió de sus manos atadas que derribó a la mayoría de ellos, dejando malheridos a varios y una pila de cenizas en donde estaba su captor. 

Las flechas volaron a todas direcciones hiriendo a Callista que comenzó a incendiar el bosque, la playa y el río. Fedra desesperada trato de parar a la muchacha pero las llamas rodeaban todo como una marea inexorable. Pudo llegar a ella, sacándole las flechas envenenadas pero el daño ya estaba en curso. 

La capitana grito desesperada, conocía el idioma berokes de la zona de Thai-Shum _VA A INCENDIAR TODO!_ El ataque paró y las máscaras miraron un punto en el bosque. De ese punto surgió una mascara blanca con cuernos largos y colmillos, la figura estaba vestida con una túnica negra y cargaba una espada corta. Si caminaba en la graba de la playa no podian oir sus pasos, como una criatura de fábula se acercó a las tres mujeres. La prodigio gemía de dolor, las llamas se aplacaron indicando que el veneno avanzaba en su cuerpo. _Permitanos seguir nuestro camino a Tamaran, no volverán a ver nuestra bandera en su río _Pidió la capitana en ese idioma. Rogaba que su pronunciación fuera aceptable aunque hacia varios años que no practicaba.

La figura de cuernos se inclinó ante Callista que escupía espuma rosa, el veneno seguia cobrando uno a uno sus sentidos. Un chasquido metálico desenvainó y hundió la punta de la espada en una de las heridas ante la mirada resignada de la general. Sentia pena por la agonizante muerte que le esperaba a la demente. Sin embargo, estaba más preocupada por su propio destino. Thai-Shum era conocido por ser el país donde los forasteros se convertían en sombras. 

La prodigio se retorció en el suelo zafando de los brazos de Fedra, el fuego a su alrededor mermo hasta desaparecer, dejando árboles calcinados en la rivera. Hipolita vio la respiración pausada de la joven viviría por ahora.




_Por el ataque, se tiene que hacer un pago_Dijo la persona de la máscara blanca. Su tono del lenguaje es áspero parecido a una bebida amarga_Son invitadas en nuestra tierra. Hasta que se dictamine el pago_Guardo su espada de manera elegante. 

Hipolita quería reir, de manos rebeldes a manos extranjeras, era un juego perverso de Thassa y Cassia poniendo a prueba a sus hijas. Miro el río ¿Cuánto podría aguantar nadando hasta el puerto mas cercano a Tamaran? Si es que llegaba tendría que explicar que paso con la prodigio y la general. El Imperio tenía sus manos y oídos en cada rincón del continente. No tenia deseos de ser buscada otra vez por su hermana menor, era un pensamiento que prefería enterrar en lo profundo de su mente. Ayudo a la general que veia con temor. 

Cargaron a Callista turnando hasta que sus anfitriones les dieron una mula, ataron a la prodigio a la montura y ellas al cuerpo de la chica. Los nudos eran pequeños y intrincados si tratabas de zafarte se apretaban a la carne. Fedra sudaba del esfuerzo, tenía un rictus de amargura que se profundizaba a medida que se adentraban al territorio. La vegetación es selvática, de colores vivaces como un cuadro de muchos colores. Sin embargo, solo se oian los pasos de la mula y las prisioneras. Hipolita la inquietaba ese silencio sobrenatural, extrañaba el sonido del oleaje chocando con el barco o el correr del río sobre el lecho de piedra. 

Llegaron a un pueblo de casas bajas de color ocre, con techos cubiertos de musgo. Las puertas y ventanas estaba cerradas, al igual que el bosque que lo rodeaba estaba en un silencio sepulcral. Un pueblo lleno de sombras murmuro Fedra con los ojos inyectados en sangre. La capitana vio el antebrazo con costra negra de la general, no moriría por el veneno pero sería una agonía larga su recuperación. Llegaron un edificio decorado con un estandarte negro y estrella roja, alli salio un sequito de hombres con pañuelos en la mitad del rostro y otro con un sombrero de ala ancha, tenia los dientes amarillos y una expresion de superacion en el rostro.

El oficial de máscara blanca se le acercó pero el hombre lo detuvo con un chillido, la diferencias de estaturas casi hizo reír a la capitana. Podía captar algunas palabras en berokes, Imperio, fuego y obediencia. Miro a Callista y Fedra ninguna de las dos podía ayudarla, dependia de ella salvar los huesos de todas. Los portadores de las mascaras las llevaron al interior del edificio mientras el hombre de dientes amarillos gritaba y gesticulaba con ardor. El interior es un laberinto de madera oscura y paredes sucias. El olor a humedad y resina quemada atontaba los sentidos, Hipolita tomó una bocanada de ese aire viciado. En su cansancio ese olor es familiar. Las dejaron en una habitación sin ventanas, sin muebles y con una pila de gruesas mantas. Al mismo tiempo entraron dos mujeres vestidas de verde claro que atendieron las heridas de Callista y Fedra. Los ojos oscuros de las mujeres transmitían enojo. La capitana sabia que Thai-Shum tenía en común con la Republica rebelde, el desconfiar de los extranjeros. 

Dos enmascarados se la llevaron hasta otra habitación, esta parecía una oficina improvisada, la ventana estaba abierta podía ver el patio interior de la casa, un lugar seco y desolado, solo estaba verde un árbol robusto que tenia hojas color bordo. Lupanar es su nombre y todo lo que daba ese arbusto es alucinógeno en medidas controladas, en exceso es un veneno letal. Un recuerdo la hizo mojarse los labios como si sintiera el sabor amargo de la raíz del árbol en su boca. 




_Tanto tiempo sin vernos, Tali_Esa voz burlona la conocia, es la misma que le contó del veneno de Lupanar. Dueño del olor a resina herbal quemada_Donde esta tu tripulación? Y tu barco?_Pregunto con dureza. Frente a ella estaba su ex prometido, Kamoho. En ese momento, la capitana Hipolita de Chian sintió verdadero terror.