6 abr 2018

Los limites de la ceniza




Continuación de De la sombra y el honor

_Es conveniente para los dos reinos_ decía el diplomático, ambos soberanos miraron al anciano con desprecio._ Insistó que reflexione sobre los cambios_ Dijo en tono apremiante hacia el monarca de Mantor. El silencio era una cuerda tirante entre ambos gobernantes.
_Sin embargo, estos cambios solo benefician al imperio_ Contestó con disgusto poco disimulado. Hacia dos horas que trataban de cerrar el acuerdo de los límites de sus territorios, por años en disputas y transgresiones por ambos reinos. Tanto Silas como su infame abuelo Tarlind de Loth, que pretendieron subyugar al reino de las sombras y hielo.
_Los cambios son para poner un punto final a los conflictos_ Explicó con hastío la emperatriz. Pecaba de grosera pero su paciencia estaba llegando a su fin. _Ambos tenemos un territorio que gobernar y decisiones que tomar_ Trató de suavizar su tono de voz pero a los oídos del viejo rey solo  interpretaban la arrogancia de una niña que nada conocía de guerra o política.
Jansen cerró su puño sobre el manto de lobo_ Es verdad, pero el tiempo que uno lleva la corona hace sabio a quien la usa. Recuérdeme ¿Hace cuánto que gobierna el imperio?_ Preguntó con una sonrisa suficiente. Era una provocación, ahora ambos caminaban en hielo fino del lago Phorhea.
La emperatriz sonrió con frialdad, era un ataque que debía responder y de un solo golpe. Respiró suavemente_ 5 meses_ Dijo con simpleza_ Sofoque una revuelta de un traidor de la sangre, nobles débiles de carácter y otros que no voy a mencionar_ El tono tranquilo pero duro de la joven demostraba que no dejaría pasar ese agravio_ Soy la mano que dirige a la armada carmesí_ El negociador se retorcía las manos y murmuraba lamentaciones. La reunión no concluiría bien, su cabeza rodaría y otras tantas también.
Elis se levantó con tranquilidad_ Lo mejor es terminar este tratado en mi palacio_ Concluyó mirando al rey de las montañas.
Jansen sabía que ese era el principio del fin de su reino. Su pueblo era orgulloso pero eso no detendría a la armada, ni tampoco a los aliados del imperio. Estudio por unos segundos a la joven, su semblante tranquilo y sus vestidos sencillos pero dignos de una soberana. Era un hecho, el reino de Mantor caería de rodillas ante el imperio por diplomacia o  por guerra.

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