6 sept 2020

Todos los nudos pueden romperse

 


Continuación de En la red de la araña

La corte viajaba por el valle de Loriam. Las damas de compañía, las sacerdotisas y los nobles se deleitaba con los manjares y entretenimientos de cada feudo o ciudad que pasaban. Una caravana del placer y el desenfreno como decían los ermitaños.

La joven Satine era la nueva favorita de la emperatriz,  Desde el desafortunado accidente en el castillo Nothery era la sombra de la luz del poder. Los rumores de la fría melancolía que seguía los días de la emperatriz.

Pero Satine disfrutaba cada momento, tenía la alegría de ser alguien, respeto y autoridad eran sus más preciadas joyas. La novicia Moira caminaba a su lado, ambas protegían a la amada luz del poder de los nobles y sus demandas, caprichos y rumores. Pero la melancolía, mezclada con ira era difícil de manejar, el silencio imperial dejaba a los nobles lugar a conspirar y especular con el fantasma de la guerra.

La caravana paró a la rivera del río Orath cerca de la ciudad.

Llovía despacio, el cielo plomizo era un presagio para la sacerdotisa. Busco a la emperatriz pero no podía encontrarla, miro la rivera con angustia. Definitivamente un mal presagio.

_Lady Satine, la emperatriz..._ Dijo con un poco de alarma, confiaba en que la joven supiera._ Otra vez dejó su carromato sin mi_ 

Satine jugó con su trenza negra, tenía intrigas que manejar y doncellas que hacer pagar por su estupidez. La voz de Moira era molesta pero cuando usaba ese tono, solo podía pronosticar problemas. 

_No la vi, procederemos como la vez anterior_ Aseguro con frialdad_ Tenemos que llegar a la capital en un ciclo, no podemos atrasarnos más _ Su tono apremiante sobresalto a los guardias, quienes siguieron a la sacerdotisa. 

Ambas jóvenes sienten el dolor y la responsabilidad de proteger a la luz del poder. Su corazón sangraba y su mente se ahogaba en esas lágrimas de sangre. Esos recuerdos del verano de su juventud, sentía que mil años habían pasado. El fuego de esos corazones amenazó quemarnos para reducirlos a cenizas.  

Lady Satine camino por la rivera del rió, las palabras de su madre la seguían. La dinastía esmeralda siempre será inestable. Su mente debatía con su ambición, esa sombra dorada que dejó sin cabeza a más de un noble.

En la costa del río, encontró el vestido azul de la emperatriz. Temiendo lo peor la noble miró frenéticamente el agua. Su mente trataba de mantenerse racional, la pena no mata. Se dijo a sí misma.

Nadando con solo su ropa interior, Elis pensaba en la corona en su cabeza, los fuegos de la guerra y su corazón reducido a cenizas. Cómo seguir en ese juego de coronas y líneas, se pregunta una y mil veces. Se percató de la presencia de Lady Satine. El rostro de la chica está pálido como la nieve, la expresión de consternación y enojo no podía disimularlo. Sonrió, por fin podía ver algo real en esa máscara de humildad.

_Luz del Poder_ Llamó la joven en tono tirante_No quiero… incomodarla, pero debemos seguir el camino hacia la capital_Trataba de disfrazar su hastío con dulzura pero Elis conoce a los nobles, tenía la habilidad de oler la ambición y Lady Satine perfumaba una habitación con ese perfume.

La emperatriz salió del agua y se puso el vestido encima _Sos inteligente, Soleil_ Contestó sin mirarla_ Pero te aviso, el consejo de las flores es mucho más que los juegos que haces ahora_Advirtio_ Tus objetivos nunca pueden obstaculizar los del imperio_Las palabras de la Ophelya retumbaban en su real cabeza_El imperio está por encima del corazón de su emperador, por encima de la ambición de sus nobles_ 

Satine escuchó las palabras de la monarca, una sensación de alivio y miedo la recorren. 


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