5 dic 2021

Ella sangra llamas

 


Continuación de Ella llora llamas II

El olor putrefacto de la habitación se había ido, la mínima limpieza y la brisa invernal dejó el lugar habitable en los parámetros de Fedra. Esta se encargaba de que pudieran dormir y comer de manera decente. Pero la prodigio del fuego era una fuente de caos andante, que no cooperaba, como una niña caprichosa y mimada. Hipolita se decía así misma que esto es temporal pero, el cautiverio, las torturas y sus pérdidas eran una tormenta constante en su mente, dejándola con poca paciencia con su botín. 

Callista demostró ser errática pero manejable según las palabras de Fedra. En las comidas, habla del trabajo y se pasa horas explicando las ventajas y desventajas de la aplicación de ciertos símbolos mágicos. Las discusiones con los otros tecnicos y maestro se volvian acaloradas pero siempre terminaban con frases como “Si funciona”, “Hay que experimentarlo” o la favorita de Melkiades “Nadie dice que no se puede hacer, pero en este taller…” Las reglas de cómo trabajar en el taller son inamovibles. Eso era precisamente lo que la joven sufría o ella clamaba que sufría. Según las palabras de los otros miembros del taller ella es la favorita del jefe del taller. Hipolita sentía un destello de desprecio en la voz de varios de los mestres, como si la presencia de la prodigio fuera algún tipo de insulto para con ellos. Melkiades le informó a la general que todos sabían el origen de la joven y dada la violenta historia entre el sacerdocio de Cassia y el gremio de las cadenas no es una sorpresa esa actitud para con Callista. 

Todos los días visitaban a la sanadora de la zona, esta se encontraba en el taller contiguo al de Melkiades, que se llamaba La araña sonámbula.

Este taller era luminoso, ordenado y los técnicos usaban todos el mismo uniforme, el cual no dejaba ver su piel. La sanadora tenía tatuajes dorados en las mejillas y sus brazos tenían marcas blancas como cortes limpios.  A la mujer le daba igual quienes eran o de donde venían “Las manos que traen el oro y la plata no son importantes” decía alegremente.




Insistió que Callista debía ser tratada en su taller, y no trabajar en el de Melkiades. Esto irritaba por demás al jefe de la cadena, gritaba y vociferaba insultos que la capitana no entendía pero por la expresión de los demás técnicos eran ofensivos. La sanadora simplemente lo ignoraba o sonreía de manera despectiva. 

En una discusión, Callista empezó a cantar una balada de un tritón y una loba que compiten por el amor de la luna amarilla. Era una vieja leyenda del Imperio. Todos en el taller la miraron incómodos, tanto Fedra como Hipolita sintieron esos ojos, juzgandolas y maldiciendo su presencia. Como si la voz del prodigio revelara sus miedos o lo peor de cada uno. Ambos jefes se lanzaron miradas acusadoras, el jefe apoyó su enorme mano en el hombro de la chica_Silencio llamita_Reto de manera juguetona. Había logrado que la sanadora pusiera una expresión agria. 

Hipolita sintió que ya era hora de planear su partida de la República rebelde. Con la oportunidad de ver más allá de las paredes del taller, concluyó en dos verdades del territorio considerado salvaje para el Imperio y el resto de principados, reinos y ducados cercanos.

Uno, la fachada de salvajes y desorganizados les daba ventaja ante los ataques externos. Mientras que en su interior mantenía una organización en grupos de espionaje y defensa impecables.

Dos, todo eso se mantenía por el delicado equilibro entre las tribus, los señores de la guerra y el gremio de la cadena. Sin estas 3 fuerzas, la República libre estaría bajo el yugo del Imperio, en lo que tardaba una avalancha de montañas en el ciclo del águila. 

Pero aquellas verdades, no sirven para planear una fuga en la capital, según el jefe del taller en un par de días se llevaría a cabo un festival, uno de los pocos, que convocaba a muchos habitantes de la república. En esos días la seguridad de los muros de la capital se relajaba. El resto de los técnicos comentan que esos días, 3 en total, nadie trabajaba. Ni los guardias, espías o miembros del gremio. Un acuerdo tácito del disfrute. Todos los años cambiaba de fecha, suponían que el anuncio del festival se hacía de acuerdo al deshielo de la cordillera. Muchos estaban emocionados y planeando diferentes actividades, hasta un par de jóvenes les preguntaron si querían acompañarlas a comprar vestidos festivos. Fedra sonrió con amabilidad, como disculpándose. Cuando estuvo por responder que debían permanecer en el taller por su situación de prisioneras. 




Melkiades grito que podían ir, solo si se llevaban a Callista con ellas, esta última protestó diciendo que no quería salir. Se ponía insoportable cada vez que debía poner un pie fuera del taller. La luz del crepúsculo cálida al principio fría en cuanto tocaba la luna violeta, caía sobre las ruinas antiguas, dándoles formas grotescas a las sombras de los edificios y templos. Caminaron por el mercado, bullicioso por la proximidad del festival. Hipolita podía identificar más de 10 lenguas diferentes y otras desconocidas. 

El olor a mariscos asados transportó a la capitana a la isla, llenando de nostalgia su corazón. Se acercó al puesto donde una mujer de ojos acuosos y piel curtida por el mar movía con energía una cuchilla abriendo los moluscos con una rapidez propia de la experiencia. 

Callista se acercó con sus monedas de plata hacía más de media hora que se quejaba del hambre que sentía. La expresión de sorpresa era igual a la de un niño. 

_Dos porciones de litpos asados_Pido la capitana mientras la joven le tendía las monedas a la mujer para pagarle_Nunca los probaste? Te van a encantar, su sabor es parecido a las papas rojas pero mejor_ La prodigio se puso colorada y murmuró que no conocía el mar, nunca había salido del continente. El perfume salino les llegó como una cálida brisa, la capitana mordió con prisa la carne del animal de mar. De pronto, las risas en la taberna favorita de su tripulación, la cerveza turbia como mar tormentoso y el olor metálico de las monedas de plata volvieron a su mente. Hipolita quería llorar y reir, gritar tal vez, Callista comía con avidez sonriéndole pero dejó de hacerlo cuando se dio cuenta de las lágrimas de la capitana. _Que? Esta fea tu porción?_ Pregunto alarmada, sintió un escalofrío, ahora la comida tenía sabor amargo y pegajoso. 

La capitana negó con la cabeza, sonrió con la boca manchada con aceite. No quería alterar a Callista. Esta siguió caminando delante de ella. _Odio a las sacerdotisas, a todas ellas_Dijo la joven, el tono estaba teñido de odio y temor en partes iguales_Nunca voy a volver a ese lugar. No, no voy a volver_Repitio, sus ojos dilatados brillaban. Fedra aparecio con varias bolsas de color marron, en ellas se podian vislumbrar telas de colores brillantes. La prodigio tomó las bolsas y corrió a la modista junto con las otras técnicas del taller. La general le dio algunas instrucciones para su propio vestido y el de Hipolita que comía en silencio. 

En cuanto la chica desapareció, Fedra empezó a hablar_Ya se cuales la parte por donde vamos a salir, es la zona sudeste del barrio de los tejedores._La dureza de su tono mantuvo la atención de la capitana_Estamos a 5 km de un recodo del río Orath, se supone que un barco nos espera. Pero no me confio, asi que te propongo que usemos algunos caballos que seguramente habrá en las murallas _

Hipolita limpio sus manos en el pantalón, algo de todo eso no le convencía. Demasiado fácil para ser verdad. ¿Qué pasaría con los espías que las seguían desde el barrio del gremio? Podía ver cómo se mantenían a una distancia considerable, además que no contaban con toda la ayuda del jefe del taller. _El botín es y será un problema, independientemente de cuán bien pensemos el plan_Contesto la capitana, en su mente la palabra enfermedad y inutil eran lo mismo_ Su habilidad puede que nos sirva, pero su mente es un riesgo. Hay que ver una alternativa de manejar eso_Continuo en tono pausado_ No quiero irme con las manos vacías pero tampoco quiero irme solo con mis cenizas_

_Por eso le vas a dar esto antes del festival_Fedra le puso en la mano una especie de pulsera con cuentas negras, tenía engarces plateados con pequeños dibujos de lunas amarillas. Hipolita se estremeció, no tenía que ser una técnica o una sacerdotisa para sentir el hechizo que esa cosa tenía, un anulador de voluntad.

_Sos una idiota si crees que la demente se va aponer esto por voluntad propia_Reprendio con enojo_Incluso yo se de estas baratijas, tienen un limite y son poco efectivas para lidiar con algo como la prodigio_ Tambien sintio intriga como la general habia conseguido esa pulcera. El velo verde de Cassia se extendía sobre la capital rebelde, no había lugar en el continente al que las sacerdotisas no accedieron. 

_En un momento, se lo vas a poner_Ordeno intentando poner un punto final a la conversación_ Hasta que lleguemos a Tamaran, despues tendras tu oro y huesos_

El sabor de los mariscos fritos se había disuelto, Ningún habitante de la isla olvidaba, era como algo grabado en sus mentes. Podrás viajar por el mar Skar, podrás caminar a lo ancho del continente pero nunca podrás dejar la isla en tu corazón. Las palabras de su primer oficial retumbaban en su cabeza, mientras guardaba ese objeto maldito. 


24 oct 2021

Ella llora llamas II

 


Continuación de Ella llora llamas

La mirada culpable de la general recorría la habitación, tomando cada detalle de aquel caos. Buscar las palabras correctas para justificar su plan y las consecuencias grabadas en sus cuerpos. Una parte quería explicar y consolar a su compañera de viaje pero otra parte, la racional, la sobreviviente del Harem le recordaba que Hipolita era la capitana de una embarcación mercenaria que contrató el Imperio, o lo fue al principio de su aventura.

_ En el momento en que se desató el incendio_Explico_ Despues de eso solo nos comunicamos una vez mas_Temia en la reacción de la capitana_En el camino, me informaron que tenían acceso a personas en la República y la ubicación de la prodigio_Suspiro con cansancio_Esta misión lleva planeada hace más de 7 ciclos por lo que me dieron a entender _




_ Cómo sabían que quería venderla?_ Pregunto Hipolita más para ella misma que para su interlocutora. Se recostó en la hamaca abandonada _¿Tienen la fuente del fuego salvaje y lo venden? Al Imperio?_ No entendía los motivos de todo esto, pero su mente lo atribuía a la ignorancia de la política y sus juegos. 

Fedra se mantuvo en silencio pensando en sus palabras, no quería confesar que tampoco tenía una razón clara del plan. Ella es la mano en la oscuridad, que trabajaba para que la Luz del Imperio creciera y su luz tocará a todos quienes adoraban a su ser. 

_yo solo cumplo mis ordenes_Contesto la general, suspirando con cansancio_Todo es por la paz del Impero_Se recordó a sí misma su juramento.

Un silencio incómodo se instaló en la habitación, ya en la hamaca y con un cansancio acumulado por días Hipolita se durmió. Por su parte, Fedra se puso a mirar por el ventanal tratando de poner en orden su cabeza, Quería descansar pero se exigió a mantenerse alerta por ella misma y su compañera de viaje. La capital rebelde se veía apacible y silenciosa como si fuera una antigua ciudad abandonada. Tal vez lo era en un primer momento, después las tribus que negaban someterse al puño del Imperio migraron de las montañas adentrándose al territorio. Después migraron los últimos miembros del sindicato de la cadena, la insurrección de Gathing. Según los informes del sacerdocio de Cassia, la relación entre los líderes de las tribus y los maestros de la cadena era tensa. Parte por que el conocimiento no era libre, estos no podían disponer de los técnicos tan fácilmente como creían. Debían pagarles y respetar las costumbres del herético sindicato. 

Además estos solo participaban en la defensa de la capital o de los poblados, nunca en batallas o ataques que organizaban los grupos de ataque.

La joven sentía angustia y rabia, su anterior vida no la había preparado para esa misión. Miro a Hipolita, envidiaba su endereza, conocimiento y la voluntad de seguir a pesar de todo. Tanteo de manera inconsciente su lado derecho, pero su espada no estaba hacía más de 3 ciclos que la había perdido en las manos de los rebeldes. El cansancio estaba haciendo mella en su mente, se preguntaba qué ciclo sería? Antes que la luz del poder fuera emperatriz, en el ciclo de la tortuga, todas las mujeres del Harem preparaban dulces ambares, los favoritos del Principe Beltran. Por la noche se servía vino de duraznos rosados y la, entonces, princesa Elis ayudaba a su madre a hilar para comenzar el tapiz de los cantares como cada periodo. Extrañaba los cuchicheos, las risas veladas y las miradas de complicidad entre la princesa y las jóvenes del Harem. La luz del poder brillaba con intensidad cuando sonreía. La dulce calma de esas labores se extendía por el palacio, como si las intrigas palaciegas desaparecieran por un momento. Casi podía sentir el suave aroma de la fruta cocinandose, el calor de las llamas controladas por sus compañeras, todo aquello la tranquilizaba preparándose para un sueño que su cuerpo añoraba. Se recostó en un sofá arañado y con manchas mas que sospechosas pero no le importo. Se miró las manos lastimadas con angustia, ¿cuándo fue la última vez que las había cuidado? se preguntó. Quería darse un largo baño y comer algo dulce mirando el río correr. Sintió una punzada de culpa, por desear cosas banales cuando ahora era una general del Imperio. Con este último pensamiento se durmió. 


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En una de las habitaciones del taller, el jefe de la cadena dibujaba una runa arquetípica en un espejo oval. El espejo se veía sucio y el marco se encontraba oxidado. Un leve resplandor anaranjado aparece mientras el técnico dibuja con precisión un patrón en la circunferencia de la superficie plateada. 

En lo profundo de su ser, Melkiades detestaba ese tipo de trucos pero eran necesarios para ciertas cuestiones. Sabía  hacer funcionar ese objeto mágico pero le molestaba no saber cómo funcionaba. El resplandor naranja cambio de color a uno amarillento chillon hasta mutar a un verde claro como las aguas de la Isla Veremyn. 




Su reflejo cambio al de una joven mujer de cabellos negros y velo verde, su expresion servera imitaba a la del jefe de la cadena. Ambos fijaron sus miradas en el otro, levantaron la mano derecha al mismo tiempo y luego la izquierda como quienes presentan armas en un duelo. 

La sacerdotisa de Cassia hizo una serie de movimientos con sus dedos y manos, su rostro permanecía impasible, esos gestos se podrían traducir como: “Maestro de la cadena, Melkiades. Soy la maestre del templo de la Isla Veremyn, Arcyla de Chian.” Saludos en hora del ciclo del cangrejo. El hombre solo endureció su gesto con evidente desagrado, y movió sus manos y dedos con gestos duros, “ya llegaron sus agentes, en medio ciclo se irán.” 

Arcyla parpadeo con evidente sorpresa, sonrió complacida con la respuesta. Pero la parquedad del técnico lo sintió como un desafío. Su esposa sigue comprando naranjas en el mercado oculto de la isla, un placer inusual. Los dedos de la mujer se movieron de manera elegante casi como una noble tratando de seducir a su amado. 

Los ojos del jefe brillaron de manera inusual, como si un relámpago tratara de escapar de esas pupilas oscuras. Sus dedos temblaban conteniendo todas las palabras que quería arrojar a la petulante sacerdotisa frente a él. “Cómo piensa sacarlas de la capital? Mi ayuda solo se extiende a mi Taller.” Tener a esas mujeres en su techo era como estar caminando sobre hielo muy fino. No dudaba que espías de los rebeldes vigilaban su territorio y no podía darse el lujo de la sospecha. 

Los labios de la sacerdotisa se mantienen apretados, sus manos cerradas parecían pequeñas rocas blancas. Tenían un plan alternativo si el jefe del gremio se opone a ayudarlas, sin embargo las excursiones a la capital rebelde son riesgosas y ocasionar más pérdidas que ganancias. “Solo necesitamos una ventana de tiempo sin vigilancia, como mínimo 3 hs y una distracción”. Puso énfasis en las palabras como mínimo, no quería recurrir a nuevas amenazas. Presionar demasiado a un maestro de la cadena no daría buenos resultados. Melkiades negó con la cabeza pero sus manos se movieron rápidamente. “Una hora y la distracción puede ser el festival de las bestias. Ya fuera de los muros de la capital ya es su problema.

No conforme con la respuesta Arcyla trato de taladrar con la mirada a su deforme reflejo, asintio con resignacion. Por su parte, el técnico hizo un saludo con una expresión agria en su rostro.. Ambos pusieron sus dedos en la superfice del espejo trazando una runa, el resplandor verdoso cambio a amarillo mientras los reflejos se transformaban, como si los tatuajes hereticos del maestro de la cadena se fundieran con el velo verde de la sacerdotiza. Era una combinación pavorosa que solo duró unos segundos, los suficientes para perturbar a ambos. Cuando el resplandor desapareció, Melkiades podía enfocar  sus ojos en la imagen del espejo, un hombre con una orden que cumplir. 


27 sept 2021

Ella llora llamas

 


Continuacion de "Tan duro como el diamante II


Melkiades era el jefe de gremio que dirige el taller, un hombre entrado en años y con un carácter entre afable y directo. Mientras ingresaban al taller podían observar a los diversos maestros del gremio trabajando en sustancias o en metales. La mezcla de idiomas era interesante, como una música discorde entre el ruido de las forjas y las indicaciones de los asistentes. La piel de cualquiera en ese recinto tenía un tinte azulado, ya sea por los símbolos heréticos o la suciedad de las forjas. 

El jefe avanzaba con rapidez al interior del taller, los guardias las habían dejado a su suerte a penas atadas. Hipolita se mantuvo en el umbral, en su mente si entraba ya no tendría escapatoria. Además que los espacios cerrados la incomodaban. Fedra tiró de ella, siguiendo a Melkiades. Estudiando a su alrededor, sus manos temblaban de nervios y cansancio, tomó el brazo de la capitana arrastrandola hacia el interior del taller. 

Entraron a una habitación oscura, podían ver los miles de libros acumulados, papeles y diferentes objetos metálicos con símbolos arcanos. Se sentó pesadamente como si hubiera caminado toda la capital ida y vuelta. Miraba los pedazos de cristal marrón recuperados por los rebeldes, su rostro se mantenía neutral como si lo que viera era algo común. 




_Asi que esto, era Mulciber_Afirmo mirandolas sin esperar una respuesta_La araña verde me dijo que las encargadas llegaron hace un ciclo, con la plata acordada_ Hipolita miró furiosa a Fedra, está bajo la mirada algo avergonzada. Esa parte del plan, la capitana la ignoraba completamente. Adivino que la araña verde era su hermana, ese perfume en el bosque le confirmaba sus sospechas, de que las seguían. 

La general se sentó en una de las sillas polvorosas, su mirada recorría el lugar para no tener que posarla en su compañera de viaje._ Es correcto, la mitad de la plata se encuentra en la capital y la otra parte será entregada cuando la mercancía sea asegurada en territorio imperial_  Contestó, su voz sonaba rasposa y agotada producto del viaje.

El maestro de las cadenas tenia puesta su atención en los pedazos de vidrio, trataba de manipularlos con diferentes herramientas, en su mano uno de los simbolos hermeticos resplandeció en una luz verde, su semblante de concentración le daba un aspecto severo casi como un sacerdote de las llamas. 

_Ahora necesitamos verla _ Ordenó Fedra, trataba de mantenerse fuerte pero Hipolita podía ver sus ojos apagados por el agotamiento, las ropas manchadas con sangre y los moretones que se tornan azul verdoso. En otro momento hubiera ayudado a su compañera de viaje pero el saber que todo esto era un plan retorcido de las infames sacerdotisas de Cassia, se lo impidió.  Melkiades levantó la mirada confundido, parecía que por un momento se había olvidado de su presencia. Asintió y las guió por un pasillo con muchas puertas. Eran los dormitorios de los miembros del taller, los marcos de las puertas tenian grabados magicos de diversos colores, amarillo, rojo y cobre.

Todo el taller permaneció en semi penumbra, a excepción de las mesas de trabajo de los maestros y aprendices, el pasillo era igual. No era fácil distinguir una puerta de otra. Todo el lugar es frío como una cueva montañosa y al igual que ella parecía hostil.

_Supongo que tienen muchas preguntas o no_Dijo el hombre, en su cabeza rapada podían confundirse las venas con los tatuajes como un único diseño. Paro en una puerta de color caoba, tenia unos simbolos de proteccion rudimentarios grabados. Un sonido discordante salía de ella, la capitana reconocía el sonido del agua corriendo con algo metálico pero otros ruidos le impedían entender que sucedía en esa habitación. Así como un calor anormal.

_Hay alguien llorando_Afirmo Fedra. Enfrentó al jefe con una mirada acusatoria. Pero este solo se quedó mirando la puerta con una mezcla de tristeza y fastidio. 

_Reconozco que no fue mi mejor inversión _ Contesto mientras abría la puerta. La habitación era mediana, una enorme ventana dejaba entrar la luz crepuscular, no había cama si no una hamaca que la atravesaba. En ella, estaba una muchacha de cabellos revueltos gimoteando como una niña. El calor y el olor nauseabundo son insoportables, el jefe de gremio parecía no notarlos pero las lágrimas de la joven parecen incomodarlo. 




Había una mesa de trabajo repleta de utensilios, herramientas y libros. El suelo estaba pegajoso, donde se pisaba había restos de comida o otras cosas que Hipolita prefirió ignorar. La capitana se acercó a la joven, sus manos estaban sucias con carbón, así como su rostro. Le recordaba a los niños del puerto abandonados a su suerte en el puerto de la isla, mientras sus padres se marchaban al mar por ciclo enteros. 

_Esto no era lo que habíamos acordado_Dijo molesta Fedra_Se supone que era el prodigio del fuego que veníamos a buscar_ La mirada de reproche al maestro de las cadenas era letal, se sentía estafada y agotada. Pensaba en el tiempo y los recursos usados para esa misión y su sangre hervía de indignación. 

_Esta es el prodigio del fuego, Callista de Balkan. Nieta de la Madre de las Lagrimas_Contesto el hombre con una expresión glacial. Quería terminar rápido con el acuerdo y los lamentos de la chica lo irritaba cada vez más._Hace años que está huyendo de las arañas verdes, algo pasó en Loth y llegó como esclava a la Capital._El maestro apretó sus labios con angustia, la general intuía que algo no estaba bien pero se mantuvo en silencio mientras este hablaba_ La compre por 7 piezas de plata, trabajó por varios ciclos llegó a la cuota pero por poco...Parecia que habia mejorado pero desde que se escucho los rumores de guerra, empeoró. Produce pero el resto del día es así _Explicó señalando a Callista que había dejado de llorar y solo miraba el vacío ignorando la gente en su habitación._Medio ciclo pueden quedarse, recuperar sus fuerzas pero tienen que llevarsela_ La capitana escucho al dueño del taller algo en sus palabras no encajaba, si la joven era su esclava por que venderla al enemigo? ¿Que era realmente esa pobre criatura?. Antes que pudiera hacer alguna pregunta, Callista se levantó de manera aparatosa de la hamaca paraguaya. Miro a Melkiades con fastidio _ Ya cumpli mi cuota hoy_La voz rasposa por el llanto si como su apariencia patética era como un insulto a su jefe y esta chica lo sabía. Hipolita había visto ese comportamiento caprichoso en las esposas de sus oficiales. Recordaba las peleas conyugales en el puerto, los gritos, las lágrimas y las reconciliaciones, sonrió. Extrañaba su tripulación, su barco y el mar. Todo eso perdido a manos de esos rebeldes, para una misión que había sido fallida desde su principio. 




El jefe del gremio suspiro era evidente que no quería pelear o discutir en ese momento, tal vez había algo más. _Si, tu cuota esta completa, ellas se van a quedar en tu cuarto_ Explico como quien explica a un niño _ Están de paso_ Siguió cuando la joven abrió la boca para quejarse de la repentina invasión en su cuarto_ Su destino final es Tamaran_ Dicho esto. Callista sonrió mostrando sus dientes amarillentos. En su rostro se podía ver los surcos de las lágrimas, ese cambio de actitud alarmó a Hipolita.  

La puerta se abrio de un golpe, una joven  de cabello corto y negro solicito la ayuda del Maestro de las cadenas. Al parecer un trabajo requería de su experiencia, miro de reojo a la prodigio que dejó de sonreír para escuchar el problema que debían solucionar. Tanto la capitana como la general poco entendían de la jerga de los maestros de las cadenas y mucho menos de la República rebelde, quedaron afuera de la discusión como si fueran simples muñecas o fantasmas.



Los tres se marcharon dejando a las mujeres en la habitación de la chica, Hipolita miraba en silencio el atardecer. Una parte de ella solo quería dormir y olvidarlo todo. Por otra parte, quería golpear a Fedra y gritarle por su pérdida. Su mente hacía los cálculos, cuánto debía trabajar para conseguir un nuevo barco, la tripulación? ¿Tendría alguna después de ese fracaso?. 

_Fue algo improvisado, teníamos la información del paradero de Callista pero no contemplamos buscarla para_ Empezó a explicar Fedra con rapidez pero la capitana no la escuchaba, su mirada la mantenía fija en las torres de Capital Kipka

_De ella fue la idea, no?_ La voz de Hipolita se mantenía serena quería confirmar algo que sospechaba desde su captura. La voz de la general era como el murmullo del mar. Algo en el corazón de la chica se desvaneció. Era el peso de la culpa, su hermana había hecho eso. Sentía que su madre reía con orgullo desde el abismo de Cassia, se lo merecía. Merecia perderlo todo, era su pago por lo que había hecho. Fedra seguía con sus explicaciones pero ella estaba en el puerto de Veremyn con sus monedas de cobre y el llanto de su hermana en sus oídos. Ni la tormenta más furiosa podía callarla. 


9 ago 2021

El teatro de las rosas II



Continuación de El teatro de las rosas

 El duelo de miradas era agotador, así como la actitud relajada del joven novicio. Este tomó la bolsa y revisó las monedas de plata que había. El perfume dulzón de la habitación se había vuelto molesto como la peste de una calle de los barrios pobres. 

Lady Satine se debatía así misma, como había llegado hasta la capital imperial, al corazón mismo del Imperio para descubrir que nada era real. Su estancia en el palacio, la corte itinerante y la propia dinastía, la ilusión de algo mejor que la finca Soleil. El esplendor del oro y el status se desmoronó en sus ojos así como un castillo de naipes. Ella se jactaba así misma de poder caminar en el jardín de las espinas y hielo sin inmutarse, de tener todos los senderos a sus pies. Ahora solo sentía un vacío que la ahogaba, añoraba la claridad con la que unió sus pasos a los de la Emperatriz.

Velmor se sentó frente a ella, se acomodó de tal forma que parecía un muñeco desechado por un niño. Era atractivo pero su mirada era una advertencia, de algo peligroso casi prohibido. Se puso a jugar con una moneda, sin prestarle atención a Satine que lo estudiaba. _Puedo sacarme la ropa o no, depende cuanto tiempo necesites. Aunque para lo que tenemos que hacer podemos ahorrarnos esas cuestiones_Dijo con la voz teñida de un tono burlón, miró brevemente a la noble_Tampoco es que me importe mucho lo que hay ahi abajo_ Aclaró señalando el vestido provisto de adornos o sofisticación de la muchacha. 

Tanto Moira como la sacerdotisa que las había guiado se encontraban lejos de ellos, parecía que hablaban pero sus rostros mantienen una expresión neutral. 




El destello plata de la moneda le empezó a molestar, las palabras de la novia solo confirmaban lo que suponía. Ese sacerdote no tenía vocación alguna o en su arrogancia creía que sus habilidades estaban sobreestimadas para la aparente campesina que se encontraba enfrente de él. Pensó en las palabras de Moira, había una verdad en ellas. No sabía manejar a los hombres y eso era un problema para sus planes. _Acercate_Ordeno. Opto por poner su voz en el tono que usaba la marquesa Giska hablaba con nobles por debajo de su rango.

El novicio arrastró el sillón hasta que ambos se encontraban frente a frente, sus piernas rozaban con las de Satine, podían adivinar el perfume del otro o la textura de la piel de lo cerca que estaban. La noble alargó su mano para tocar el rostro del joven pero este se le adelantó y la atrapó. Acuno su mano entre las suyas como un pájaro que intenta escapar, tocaba sus dedos con cierta curiosidad_Nobleza del sur, primera vez que estás en la capital Imperial_Dijo como si describiera a un caballo de carreras_ Lo que no entiendo, es porque no te buscan marido_ Concluye con sorna, mirando su rostro. Tratando de intimidarla.

_Tal vez no necesito uno_Respondio Satine entre impresionada por la habilidad de Velmor y inquieta por su cercanía. Mantuvo su mirada fija en esos negros y profundos ojos que intentaban sacarle todos sus secretos. Libero su mano con gracia mientras mantenía la mirada, su mano jugó con los cabellos del sacerdote comprobando su suavidad. 




Velmor comenzó a recorrer su cuello con los dedos, largos como una araña ponzoñosa. La noble entrecerró los ojos, como un gato satisfecho. Algo en su toque la relajaba, algo que no podía describir de manera correcta, las palabras se perdían en un vacío en donde solo podía ocupar esa sensación. Con la mano libre, la metió en los pliegues de su vestido buscando algo desesperadamente. El sacerdote sonrió con superioridad _Asi me gusta, que busques consolarte sola_ Susurro mientras mantenía su mano en el cuello de Satine, de una manera algo hostil. El calor en la piel de la noble aumentaba, sus mejillas se volvieron un rosa intenso mientras que apretaba sus labios con fuerza como si quisiera reprimir suspiros o algo mas. 

El sacerdote sintió el frío de la daga en el cuello primero y después el peso de la pierna mecánica sobre la suya. La mirada de la noble era violenta, cruel y curiosa. Cualquier rastro de placer o lujuria se había transformado en una sonrisa violenta._Asi que ese es tu grado de maestría?_ Pregunto molesta. Según Moira, Velmor era experto en su campo así como la sacerdotisa Beatrize. Estaba decepcionada y aliviada en partes iguales, pudo controlar la invasión mental pero hasta cierto punto, su cuerpo la había traicionado_No te preocupes, voy a contratarte_Aclaro_ Vas a enseñarme a resistir, vas a estar a mi servicio_Sentencio sin esperar réplica alguna. 



_Por supuesto, mi señora_Afirmo el sacerdote sin sacar su mano del cuello de su agresora, ahora lo apretaba un poco más, mientras que la otra mano subía por la pierna metálica. Se preguntaba muchas cosas, como había resistido su toque, porque contrataba a una novia como asistente, el origen de esta maravilla mecánica y la más importante quién era realmente su nueva ama. _ Cuál es el nombre de mi nueva empleadora?_ Pregunto juguetonamente mientras bajaba su mano hasta llegar a su escote. 

De un golpe, sacó las manos inquietas de Velmor y puso una distancia entre ellos. Temerosa que empezará a aumentar el ataque, que todavía lo sentía en su piel y mente. _Lady Satine, dama principal de la Emperatriz, la luz de nuestro Imperio_ Había practicado su presentación muchas veces y esta vez lo ameritaba. En el umbral, apareció Moira con una expresión preocupada, eso solo significaba que tenían que volver de inmediato al palacio esmeralda._Ya nos vamos, mañana te presentarás en el palacio para empezar tu servicio conmigo _ Dijo, pero algo le decía que cuanto más aliados tuviera en la corte aseguraría su lugar en ella. _Mejor, ahora ya_ Ordenó. 

Al salir del templo rojo, ambas mujeres se sentían inquietas con el sacerdote de Totheal siguiendolas. La idea de mantener sus mentes y cuerpos libres de las manos caprichosas de la Emperatriz comenzó como una idea que tomó forma y se volvió una realidad llevando una novia al palacio, una cuarta novia. En una corte peligrosa, un palacio hostil y un imperio al borde de la guerra.




17 jun 2021

El teatro de las rosas

 



Continuación de En el centro de la telaraña


En las calles de la capital se podía percibir la agitación, el ciclo del cangrejo terminaría, con los rumores de guerra solo acallados por los de rebelión de la ciudad - estado de Belial. 
Lady Satine caminaba con dificultad, tal vez la vida de palacio no era para ella. Tal vez realmente necesitaba una novicia personal, tal vez estaba cansada de servir al Imperio. Recordaba la finca de su familia, sus padres no eran tan ricos para costear una sacerdotisa de Cassia, así que contraban institutrices devotas de Thassa o Dominas. Su padre lamentaba una y otra vez de solo tener mujeres como descendientes. Con el tiempo, Cyrconia, fue descubierta por las sacerdotisas y enviada a estudiar al templo. El resto de sus hermanas esperaban a ser casadas con nobles de diferentes rangos. 
Con ropas de campesina que le habían prestado, se dirigía al templo principal. Quería ver la ciudad sin la vigilancia de los guardias. El templo de Cassia, se ve como una fortaleza de piedra verde oscuro y varias puertas de metal color carbón. Según la última comanda recibida, la novicia Moira ya había llegado a la capital. 
Golpeó la puerta principal, con aprensión algo en ese lugar la incomodaba de manera opresiva. La centinela de la puerta la estudió con la mirada antes de dejarla pasar, le informo que venía a buscar a la sacerdotisa de la emperatriz. la mujer no se inmuto como si el cargo le fuera ajeno a sus oídos y le preguntó nuevamente a quien buscaba. Lady Satine, exasperada, contestó con el nombre de Moira y que había llegado de Morthyth. 
La centinela asintió y le pidió que esperara unos minutos. De uno de los pasillos surgio Moira, no llevaba su habitual vestido verde, si no uno negro sencillo. La expresión en su rostro entre ida y frustrada,  la sorprendió. 
_Lady Satine, que agrado tenerla aqui_La voz monótona de Moira acentuaba la molestia, que no se esforzaba por ocultar a la noble. Como si la nerviosa e insegura novicia de la corte itinerante hubiera muerto en la misión de Morthyth _ Nuestra Luz del Poder, me mandó a llamar?_  Satine la observó con extrañeza, que había pasado para que Moira actuara así. Está afirmó que el palacio requería su presencia  y le contó la orden de su emperatriz de conseguir una novicia personal. Ante estas palabras, Moira le dio una mirada de pena pero fue breve.




La guió por uno de los pasillos hasta llegar a un gran salón donde se estaba dando una clase, las novicias miraban con atención la demostración de un hechizo de control de las llamas de la maestra a cargo. Las novicias no eran más grandes que Satine. 
_ Podrías elegir una candidata al comienzo del ciclo de la serpiente, en ese momento se graduarán unas 20 o 30 novicias y vas a poder elegir entre las mejores. En este momento, están en los exámenes finales no es su mejor estado_ Explicó con algo de cansancio_Tenemos que volver al palacio, seguramente nos espera trabajo _Siguió mientras ambas salían del templo. Unos metros lejos del sector del templo principal, se adentraron en el mercado de las especias, el perfume sofocante de la comida callejera flotaba en el aire. 
_Supongo, que Titania no es una ciudad tan hermosa como la describieron_Pincho Lady Satine mientras comía unas Lammbas fritas, el tono despreocupado de su voz, hizo que la novicia parpadeara con nerviosismo._La pálida llama sufrió alteraciones por las palabras enviadas por el desierto _Pálida llama era el sobrenombre que ambas le habían puesto a la emperatriz, era común hablar de ella en la corte itinerante sin que los espías las atraparan.  




Moira se tomó su tiempo para contestar, sabía que la carta fue un error de su parte mandarla pero no podia contrariar los deseos de su maestra _Titania, tiene su encanto como todas las capitales de las ciudades vasallas. Pero la capital es el centro del mundo _ Suspiro con pesar_Lo supuse, pero creo que en un tiempo... Todo se arreglara _ Afirmó.
_En cuanto a la elección de una novicia para su persona, creo que es un problema_Dijo de manera como se disculpara de antemano_Como bien sabe, las novicias son asignadas a determinadas edades y eso es proporcional a la edad del noble al que sirven. Por ello, Lady Satine no hay novicias que sean adecuadas para usted _Replicó mirando brevemente su pierna mecánica._ Si a eso le sumamos el origen de su… mejora física. No creo que sea conveniente que tenga una sacerdotisa de Cassia a su servicio _Satine la miraba con odio, nunca Moira había sido tan terriblemente grosera con ella. Tal vez esa era su revancha por la petulancia y arrogancia que mostró en los días de la corte itinerante. Se aprovechaba de que era nueva en la capital para humillarla y deshacerse de ella lo más rápido posible. Antes que pudiera contestarle algo, la novicia paro en la puerta de un templo de cortinas rojas oscuro_Una sacerdotisa Totheal será lo mejor _ La cara de la noble era una mezcla de bochorno y furia. ¿Una prostituta de lujo? Eso necesitaba ella? Las sacerdotisas de  Totheal eran cortesanas reclamadas por varios lugares del imperio así como de otros reinos. Artistas, artesanas y muñecas de diamantes se las calificaba como la misma belleza del mundo. En el palacio esmeralda, extrañamente solo había 3 sacerdotisas de la diosa de la belleza. 




Una mujer con hábito rojo granate, les dio la bienvenida. El templo tenía una fuente principal con una estatua de la diosa lanzando besos a los tigres, dragones y tortugas a sus pies. Todas las fieras se inclinaban ante su belleza y descaro. Moira explicó que buscaban una novia para Lady Satine, alguien temporal para asistirle en el palacio esmeralda hasta que le asignan a una sacerdotisa de Cassia. La mujer asintió y marchó a buscar a las candidatas.
_NOVIA?!!_Grito Satine con enojo contenido. 
_Ah, si no lo sabias?_La miro sorprendida como si todo esto fuera normal_Asi se les nombra a las novicias de esta diosa, Novias sagradas. Creeme Satine esto es lo mejor, la corte es un lugar difícil. Sobre todo para una mujer de tus características _ La mirada significativa de la novicia hizo que la noble tornara su rostro de rojo iracundo a un rosado intenso._ La virtud es problemática, entendible para los que servimos a los dioses pero no para los nobles. Sospecharan cuando te niegues a ser activa en ciertas actividades y no podrás evitar_Suspiro y por poco ríe ante la expresión de bochorno de Satine.
_Como estas tan segura que yo no tengo experiencia?_Replicó con dureza. Le molestaba la expresión de lástima.
_Porque lo vi en el momento que uno de los guardias trataba de acercarse a su persona y lo que una noble experimentada podría manejar en 5 minutos a usted le tomó media hora_Contesto zanjando el asunto_ Y en cuanto a quien queres para enlazar tus manos, en este momento no es una prioridad. Ahora necesitas alguien que pueda prestar su conocimiento y su cuerpo a ganar tiempo para que ganes experiencia en donde no la tenes_Contesto con franqueza, el tiempo que pasó en el palacio esmeralda había sido útil para entender que la joven noble no estaba acostumbrada a las fiestas, banquetes y los entretenimientos nocturnos de la corte._La corte itinerante es totalmente diferente a la corte del palacio. El consejo de hierro y el de las flores son bandos que te conviene saber cómo manejar_Siguio mientras tomaba asiento en un diván.
_Lo sé _Contestó con sequedad. Mientras recordaba el episodio en la fuente y el príncipe convertido en juguete de la emperatriz _ La Marquesa Giska es una mujer particular, es como un cuervo que ataca ojos desprevenidos _
Sonrió con sorna_Un cuervo? No es tan sutil, tendrías que tener cuidado de la condesa Sabiha su mente no admite errores, quien se opone a su voluntad siempre termina besando los pies de Cassia._ Tomó un sorbo de vino, miró la copa pensando_Deberias aliarse con la condesa de Seshat, es próxima al territorio de tu padre. Por otro lado, el palacio en sí es un lugar con muchas trampas. El mayordomo del palacio Zorzal es flexible y es de gustos simples _La voz de Moira sonaba por momentos resignada, tal como sospechaba la novicia no deseaba servir en el palacio imperial. Algo que en la mente de Satine no podía entender, como una sacerdotisa de Cassia entrenada para permanecer al lado de los nobles con más rango, riquezas o poder, puesto que muchas darían su talento y su devoción. Para la novicia Moira parecía un castigo. 
La sacerdotiza de Totheal apareció con una sonrisa como quien va a presentar un banquete ante distinguidos invitados. Hizo un gesto con su mano y aparecieron varias chicas de bellezas diversas todas vestían con túnicas de tonos rojos o anaranjados, borgoña o rojos casi violetas. Moira las estudió con atención porque detrás de las jóvenes había varios muchachos de la edad de Satine, sus rostros eran bellos tanto que la noble no sabía si admirar sus rasgos o estar indignada por que esa orden también admitía novias que fueran hombres. 




_Ese_Dijo la novicia señalando a un joven que tenía ropas oscuras y aspecto descuidado. Su rostro era hermoso pero su expresión de fastidio arruinaba su imagen. Casi como si no quisiera ser elegido. 
La sacerdotisa roja apretó los labios con disgusto _ Velmor acércate _ Ordeno, mientras los demás se retiraron tan silenciosamente como aparecieron. El joven se acercó de mala gana mirándolas con arrogancia. Dio una vuelta sobre sí mismo como una parodia, Moira parecía entretenida con la rebeldía pero Lady Satine  solo podía sentir rechazo por aquel joven. De un momento a otro tanto la sacerdotisa como la novicia Moira los dejaron solos. 
Velmor y Satine se estudiaron en silencio, ambos no deseaban estar en esa situación incomoda. Sin embargo, la noble recordó cómo habían actuado las mujeres de la corte. De un momento a otro sacó una bolsa de monedas de oro y la puso en la mesa entre ellos dos.