7 jul 2022

Bajo la luna escarlata

 


Continuación de El lado oculto de la luna púrpura


El campamento tenia 3 grandes hogueras alrededor de ellas se encontraban los carromatos de los nobles, pese a las protestas del príncipe, varios miembros de la corte se sumaron a la misión diplomática. Estos nobles eran gran parte del sequito de la madre imperial. 

La noche ya era cerrada cuando llego el mensajero del palacio. La marquesa Giska observaba el fuego meditando en las palabras de la emperatriz antes de partir. A diferencia de las damas, esta vestia con ropas propias de un soldado que le daba un aspecto sombrío. La madre de la emperatriz usaba un vestido esmeralda, las joyas engalaban su atuendo. El mensajero fue detenido por el capitán de la caravana, tras unas palabras tirantes este se acerco a la marquesa. El sobre tenía un sello con una luna y dos lágrimas, tomó la carta con temor. No quería testigos asi que guardo la carta en los pliegues de su abrigo manchado con barro y se alejó unos metros del campamento. La luz rojiza-violácea de la luna crepuscular le permitio leerla, a medida que recorría las palabras de su novicia, Katerina trataba de recordar como mantenerse parada. Mordió sus labios hasta hacerlos sangrar, no podía gritar tan cerca del campamento. Podria alterar a su tia, haciendo que toda la misión fracasara antes de empezar. Como deseaba que el hielo de la tundra cubriera su corazón, como rogaba una y otra vez apagar aquellas emociones que para nada servían. 



Esto lo sospechabas, es una guerra, la estrategia se adapta a este evento era, cual era? Esos pensamientos trataban de tapar otros, los inútiles como se decía a sí misma la marquesa. Pero la ira, que había dormido para avanzar ahora era la mala hierba que invadía cada rincón de su mente. Tan profundas eran sus raíces que la empujaba a planear una venganza, rápida y sin piedad. 

Sus piernas le fallaban, intento de mantener la postura pero escucho unos pasos, botas de jinete. Zulficar queria hablar con ella, su expresión de culpabilidad cambió a preocupación. 

Ambos se habian evitado de manera elegante pero el principe vigilaba a su prima desde aquella noche de sombras purpuras. No podia olvidar el sabor del vino de cereza salvaje, ni el fuego que intentaba consumirlo con su toque. Sin embargo, Katerina nunca se encontraba sola en el palacio; las reuniones con el consejo de las flores, las negociaciones con diferentes ducados y la compañía del embajador de Tai-Shum. La mantenían lejos de él. 

_Que?_Su pregunta quedo trunca ante los ojos húmedos de Katerina. Su mano derecha abollaba lo que suponía era una carta y la izquierda trataba en vano de aferrarse al árbol. Alargo sus brazos intentando sostenerla como aquella noche pero ella se alejo.  

_Fuera, su majestad _Ordeno, dándole la espalda. No estaba con ánimos de escuchar las quejas del principe, creía que iba a romperse varios dientes para mantener su boca cerrada. 




Zulficar la abrazo por la cintura, podia sentir el calor de su espalda en pecho, la suavidad de su pelo en los brazos, le hacia olvidar donde estaba y quienes eran. El temblor de la mujer hizo que la estrechara más fuerte, el perfume de la tierra húmeda y el jazmín salvaje lo incitaban a emborracharse con la misma presencia de Katerina. Comprobó que debajo de esa camisa no llevaba corcet o ningún artilugio femenino, solo piel. 

La marquesa se apartó de los brazos de Zulficar dejando un espacio considerable entre ambos. El sonido del río a unos metros del campamento aturdia los sentidos de la mujer que trataba de contener una rabia desde hace muchos ciclos. 

_Que pasa Katerina?_ Pregunto mientras avanzaba, no iba a escapársele otra vez. Ella retrocedió hasta chocar contra un árbol, sus ojos brillaban a causa de las hogueras. Trato de alcanzar sus manos pero esos puños se encontraban cerrados._Los necios de Mantor declararon la guerra? o tal vez el consejo de las flores logró su objetivo y empujo a mi hermana a las trampas de la diplomacia?_ El silencio de Katerina era respuesta suficiente para él. 



Sin esperar respuesta de la marquesa, la beso. Intento sujetarla contra el árbol pero esta lo empujo una vez más, con fuerza cortando su beso. El sabor a sal y carne se mantenía en su boca. El rostro de Katerina estaba sombrío solo sus ojos amarillentos brillaban de manera sobrenatural. Zulficar no iba a tolerar el rechazo de un inferior, es el primer príncipe del emperador Silas el noble destructor. Ella lo deseaba, lo habia besado bajo la luna escondida.  Katerina salió corriendo a la rivera del río con una velocidad inusual, Zulficar logró alcanzarla y derribarla con mucho esfuerzo. El barro de la rivera se encontraba en parte inestable por el deshielo de esa manera ambos se encontraban el suelo. Rapidamente el príncipe atrapó con su cuerpo y el suelo a la marquesa que se retorcía en el barro. Este la beso nuevamente mientras con una de sus manos abría de un tirón la camisa desecha de su prima.  Las manos de Katerina recorrian su espalda buscando algo, el toque de sus dedos y la calidez de su boca lo hacían desear más, mucho más. 


El sabor metálico de su sangre y el dolor lacerante en el hombro lo hizo saltar lejos del cuerpo de la mujer. Lo habia mordido, su sangre se habia derramado por el niveo cuello y pecho. Ella se relamio los labios, sus manos parecian garras inquietas manchadas de barro. Zulficar saco una daga y la arrojo a los pies de ella, abrio los brazos como dandole la bienvenida al castigo que pagara su crimen. 

_Me debes una vida_Dijo la marquesa mientras tomaba la daga. Lo beso, dejándolo saborear su propia sangre. Su pequeña mano apretaba su cuello con las uñas clavadas, cuando corto el beso. Lo escupió. Zulficar se quedó mirándola, se mantuvo sentado con sus mejillas rosadas llenas de barro. 

Katerina volvio al campamento y se encerró en su carromato. No miro al príncipe pero tenía la impresión que habia obtenido una horrenda ventaja sobre él.