Continuación de La mano que sostiene la corona II
En el banquete de compromiso se sentía incómodo un festejo en las vísperas de la guerra. Pero el vino aflojaba los rostros de los nobles y les daba la excusa perfecta para los excesos. El palacio topacio brillaba al sol del mediodia, los estandares amarillos de festejo ondeban ante el viento estival un presagio de un matrimonio feliz.
El príncipe Zulficar se sentó junto a su futura esposa que se mantenía firme a su lado, alerta mirándolo de reojo como un animal salvaje. El niño se encontraba con su nana lejos del banquete, lejos de los ojos de la madre imperial. No culpaba a la viuda, las mujeres perdían más que sus esposos en las rebeliones. Pero tampoco parecía que tuviera mucha opción ya que su futuro suegro dispuso ambos enlaces.
De la boca de la viuda no salió ningún sonido, ni una queja o alabanza. Solo una mirada de llorosa resignación, una muñeca a disposición de su familia. De manos delicadas y cuerpo pequeño. Lo opuesto a las mujeres de la dinastía, a una en particular. Podía besar a esa mujer de rostro perfecto y cabellos de sol pero sus ojos solo podían buscar ese pelo azabache y el perfume a jazmín salvaje. En las noches, el recuerdo de la vera del río de piedra se confundida con la noche sin luna. El sabor a cereza se iba perdiendo de su boca, tal vez era para mejor. El tiempo diluye los recuerdos aunque la sombra de la luna púrpura seguía en él. Atormentando su mente y sus sentidos. Sus hermanos se habían entregado a quimeras románticas conduciendolos al desastre. Zulficar debía enterrar sus anhelos por el bien de la dinastía.
_Entiendo las presiones familiares para aceptar este acuerdo Lady Adrestia_Dijo el príncipe tratando de evaluar el carácter de su futura esposa._Quiero saber si tiene algún pedido que hacerme_ Se sentía estupido preguntando algo así. Sin embargo, queria entender si la viuda seria un peón útil o una amenaza la cual tendría que tener bajo su control.
La viuda mantenía su mirada en la discusión entre la madre imperial y su progenitor, su rictus tirante y sus manos aferradas a su falda parecía querer huir de su futuro esposo y señor._Mi hijo_Contesto con vacilacion._Joahann es su pariente, es su sobrino por parte de padre._Lo miraba directamente a la cara, sus ojos brillaban de manera acuosa, una madre rogando por la vida de su retoño_Es un miembro de la dinastia_ Afirmo como si Zulficar no entendiera las conexiones de sangre y familia.
_Creo que tienen que pasar varios años para poder heredar una ciudad-estado_Contesto el príncipe con dureza. Podía darle una esperanza, si eso era lo que buscaba. Adrestia le recordaba a las mujeres del harem de Silas, no le atraía esa ambición disfrazada de preocupación maternal._Pero no escuche ningún pedido de su parte mi señora_ Insistio. Si realmente la noble solo era una madre llorosa a la merced del mercenario de su padre, su matrimonio seria uno corto y amargo. La noble fugazmente hizo una mueca de hastio, que reemplazo a la actitud temerosa que habia mantenido en la presencia de la madre imperial.
_No hay nada que pueda darme príncipe Zulficar, la unión con su persona es la recompensa que toda mujer en el Imperio desea_La voz monocorde de la viuda le recordaba lo que hacia alli._Solo pido que me conceda su favor para engendrar miembros para la dinastía _
Zulficar se preguntaba si este era su castigo por no ser el emperador que sus padres habían esperado como el primogénito de su unión. Si esa es tu respuesta sincera cosa que no lo era por la obvia mirada de desdén que Adriesta tenía en ese momento _Le daré ese favor para producir un miembro de la dinastía. Pero si pasa un invierno y una primavera sin concebir a mi primogénito. Este matrimonio terminará asi como la alianza. Va a ser libre para tomar la fortaleza que elija. Sin embargo, su hijo irá al palacio esmeralda para convertirse en un miembro de la dinastía que usted dice que es_ La noble pestaño con un rictus de frustración que solo duró unos segundos. Volvió a su expresion sumisa y esquiva.
_Lo que mi futuro esposo crea conveniente_ Respondio buscando a su dama de compania, se levanto pero la mirada hostil de Ferir de Volta, la encontró. Se volvió a sentar lentamente con temor.
La audiencia continuaba a su lado mientras su madre discutía con su suegro por el dote de su futura esposa. Segundas nupcias, con un niño varón de un traidor. Que movimiento torpe madre. Penso el príncipe con disgusto, La rosa dorada no hubiera vacilado en convertir la ciudad en una pila de cenizas con tal de someterla. Como lo habia echo Katerina. En ese momento, la dinastía era fuerte, el Imperio lo era. O eso le repetían todos. puede ser que el dolor que sentía sea su orgullo pero no, era su corazón que le reclamaba una mujer, una voz. Le quemaba el estómago pensar que ella estaba agonizando en el fuego por la dinastía. Los gritos de su madre llegaron al salón del trono cuando llegaron las noticias. Dudaba que la emperatriz castigará severamente a la marquesa pero todo era posible. Su hermana se parecía a Silas en cuanto a sus manos y sus corazones.
Su futuro suegro ocupó su derecha, por su expresión de cansancio, la negociación con su madre fue árida. Mientras que su madre llamó a su futura esposa, la mujer hizo una expresión entre terror y resignación. Zulficar meditaba en las respuestas de la viuda, decidió que solo seria un peon descartable si fallaba en darle un heredero. Y el niño, como conocía a su madre, no vería el deshielo de las montañas.
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