La mujer de rojo sacó el gato de su falda con un gesto elegante, en ese momento unas sirvientas aparecieron con una tetera plata con 4 tazas. La voluta de vapor bailaba en el pico. El perfume a té especiado llena el ambiente como una invitación a relajarse. Pero ni la capitana que se mantenía cerca de su ex prometido, la prodigio que temblaba de manera incontrolable o la propia Fedra que sentía que había caído en una prisión, podían hacerlo.
Ante la quietud de las prisioneras, la mujer dio una mirada significativa detrás de ellas y varias manos las obligaron a sentarse en los almohadones en frente de ella como suplicantes ante una deidad cruel.
La capitana miraba a un punto fijo en las puertas corredizas de madera oscura, su semblante de resignacion era parecido a cuando las llevaban al corazon de la capital fantasma o eso suponia Fedra que su mente trataba de hilar un plan de escape.
Kamoho sirvió el té con rapidez y les dio una taza. Hipolita tomó de un trago el contenido e hizo un gesto de repulsión. La prodigio tomó de los sorbos con un gesto mecánico. Fedra por su parte miró el líquido rojizo y podía ver en el fondo de la taza una flor de hibiscus. Conocia varios venenos y con la experiencia vivida en estos ultimos ciclos, la curación en la ribera le parecia tonto esperar veneno mortal en esa situación asi que tomó con decicion.
Amargo profundamente amargo con un fondo de sabor terroso casi le parecía sentir que había tomado barro perfumado. La mujer de rojo tenía su mirada en Carmilla que seguía con el dedo el patrón de la alfombra. _ Capitán puede llevarse a su parienta_Ordenó con tono severo. Hipolita se levantó con dificultad con sus manos libres siguió al capitán Kamoho que encaraba a la puerta detrás de ellos. En ningún momento miró a sus compañeras de viaje, como si todo eso fuera un trámite molesto a terminar. Al parecer si se podía obtener un barco en la ciudad del oro y las sombras.
Fedra sintió una desazón particular, no culpaba a la capitana de escapar, soltarse de un compromiso que había terminado hace muchos ciclos. Pero todo lo compartido, el río que las llevó a costas peligrosas y las vivencias en la capital fantasma. No valen tanto y eso estaba bien. Suponía. Suspiro de manera inconsciente ahora solo importaba volver a la capital imperial con la prodigio. Sintió la boca pastosa como si hubiera tragado limo de los pantanos Vere-Vere. En el fondo de la taza de la prodigio había una margarita. Las rodillas le ardían como si estuviera sentada en una loza ardiente.
Su cuerpo se sentia el dia despues de un entrenamiento extenuante, su estomago pesado y ardiente. Colapsara en cualquier momento, ni siquiera con su preparacion esperaba este efecto en ella. ¿Qué clase de toxina era? Su mente trataba de convocar su conocimiento adquirido por años de harem.
La mujer de rojo tenía una expresión de extrañeza, el rictus de su boca perfectamente pintada de carmín, se torció afeando sus delicadas facciones. Aunque le recordaba a cuando la prodigio comía algo que no le gustaba. Trataba de ordenar sus pensamientos con el lazo familiar de Carmilla con esa mujer y la información que tenia de la familia de la Madre de las Lágrimas. Mucho se perdió en la guerra civil.
La comandante tenía las pupilas dilatadas y sus manos fallaban en tratar de sostenerse. Trataba de hablar de su boca solo salían sonidos inentendibles similar al trino de un pájaro o el gorjeo de un bebe. Al caer por completo en el suelo, solo podía mantener los ojos abiertos ante la falta de voluntad de su cuerpo que caía ante el narcótico. Su mirada aterrada se clavó en Carmilla que se mantenía sentada erguida tanto como su espalda podía. Quería gritar pero su lengua se negaba a moverse temía que esa parálisis llegara a sus pulmones y su corazón.
_Recordas hace cuantos años la familia se separó?_Dijo la mujer encendiendo su pipa con un yesquero con forma de conejo. Una artesania de color bronze que su fuego era de un color uniforme blanco. _Supongo que no recordas nada_Continuo. Hizo un gesto lánguido con la mano y dos guardias enmascarados se llevaron a Fedra por una puerta lateral, el rostro de la mujer estaba congelado en una expresión de sorpresa, solo sus ojos podía verse su desesperación.
Sola con su tía Carmilla puso sus ojos en la pipa encendida. Podía percibir la hierba seca quemándose. Los vapores ardientes viajando de la cerámica a los labios carmín de esa mujer. El fuego en todas sus formas es como escuchar una melodía entonada por diferentes personas. Quería concentrarse en las palabras de su tia, en la posibilidad de que ya no tenía escapatoria a las obligaciones de su familia. Pero su mente no cooperaba, nunca lo hacia menos cuando sus dos guardianas se esfumaban ante sus ojos.
Poco recordaba de su familia desde niña habia vivido en el templo de Cassia que lindaba con el palacio esmeralda. Todo que quería olvidar volvía a ella como un río salvaje que rompe una represa, con violencia e inexorable. La revolución, las órdenes y el fuego que todo lo consumía. Las espinas de la Rosa Dorada atrapando a todo aquel que no cumplía con la voluntad de la dinastía. Ya no veía a su tía, ante ella estaba la mujer que entregó a los miembros de su familia para hacer el nombre de la Madre de las lágrimas más grande y temible. Esa mujer iba a apresarla nuevamente, ponerla en una caja encadenada a una mesa de trabajo o forja para crear armas para el mejor postor. No, no… La mente de Carmilla se inundaba de pensamientos destructivos, futuros tan terribles como su pasado de servidumbre forzosa. Sus manos se movian freneticamente, no coordinaba y el fuego no respondia a su voluntad.
La mujer de rojo sin inmutarse por la evidente crisis que sufría su sobrina, golpeó con los nudillos la mesa. Cuatro mujeres con máscaras mitad roja y blanca entraron al salón en silencio. Cuando la prodigio intentó atacarla tratando de dominar el fuego de la pipa, las cuatro enmascaradas ataron a la joven que convulsionaba ante la toxina que poseía el humo de la pipa. Inconsciente y atada Carmilla a los ojos de su tía era una decepción que debía ocultar de los ojos de su gobernante.
_Dama Pan Jinlian, la honorable madre Yohan requiere su presencia inmediata_ Anuncio una joven con una mascara blanca que tenia dibujadas dos lagrimas rojas en la mejilla izquierda. La mensajera ignoró al cuerpo de Carmilla. En el palacio blanco había visto muchas cosas y sabiendo la fama de la Dama escarlata prefería seguir su camino en paz.