2 jun 2010

Condena


Al fin todo eclipsa como el verano ante el eminente otoño. Te espero pero el frió y el plomizo cielo me ayudan a olvidarte. El tierno perfume de las hierbas olvidadas, húmedas y temblorosas por la urgente tormenta. Aun espero, me rodean las sombras del nigromante que juega su macabra jugada. Corre en mi la maldición que algún día negro, así como los amaneceres y los bosques dormidos grite que no te amo. Pero me es imposible negarlo.

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